Pocas veces ha vivido el mundo, y naturalmente Colombia, un tiempo tan azaroso como este año 2020 que está a punto de terminar. Nadie imaginaba que pudiéramos padecer una pandemia en la época de mayor desarrollo tecnológico y científico de la humanidad, y que sus consecuencias fueran tan desastrosas.
Con ese motivo se han recordado las numerosas mortandades que han causado enfermedades repentinas a lo largo de los siglos, como una manera de aliviar la angustia que padecemos al pensar que ésta también pasará. Tal vez, un consuelo piadoso.
El comportamiento que han tenido los líderes de los países es muy variado, y hay de todo en la manera de afrontar la crisis. El presidente Trump de los Estados Unidos le quitó importancia a la expansión del virus con consecuencias lamentables que todavía padecen los norteamericanos. Algo similar hizo el presidente Bolsonaro del Brasil. El presidente de México Andrés Manuel López Obrador se debatió entre la indiferencia ante la epidemia y las precauciones de última hora.
Es justo reconocer que el presidente Iván Duque ha hecho un manejo exitoso del problema. Lo natural es que reciba críticas de políticos de la oposición y de periodistas sesgados, pero el fortalecimiento del sistema de salud, las medidas preventivas adoptadas y la permanente información a la ciudadanía sobre los avances de la enfermedad han tenido resultados positivos.
Claro está que el freno a la economía del país, que venía con un crecimiento del orden del 5%, ha sido funesto. Se disparó el desempleo, se aumentaron los niveles de pobreza y se quebraron miles de empresas. Este fenómeno repentino pocas veces ha ocurrido en tales proporciones.
Y como si algo faltara, desde hace varias semanas se desató una invernada que ha arrasado vías de comunicación, viviendas, cultivos y ganaderías llenando de zozobra a comunidades enteras. Además, la violencia y el asesinato de líderes y ciudadanos de diversas condiciones se ha recrudecido enormemente.
Desafortunadamente, cuando se tocan temas que tiene que ver con el desempeño del gobierno se asume una tendencia política y, por eso, no se tiene siempre una apreciación objetiva. Sin embargo, pese a que al gobierno nacional se le ataca desde diversos flancos, es evidente que ha tenido logros sobresalientes a pesar de circunstancias tan adversas.
Recuerdo que, al comienzo de su mandato, al presidente Duque se le criticaba porque parecía débil y no gozaba de gobernabilidad, considerando que no tenía mayorías en el Congreso. Ahora que ha logrado sacar avante una amplia agenda legislativa con la colaboración de muchos congresistas, sin mermelada, y que ha expedido numerosos decretos importantes con base en la emergencia sanitaria, se le acusa de actuar como un dictador y de tener doblegado al Parlamento. Bueno, esa es la política, diría alguien.
En definitiva, Colombia viene superando paulatinamente la grave crisis que provocó el Coronavirus, gracias a la conciencia de la ciudadanía en el cuidado personal y el acatamiento de las medidas adoptadas por las autoridades de los diversos niveles.
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