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Reforma tributaria inoportuna
Estoy convencido que el Estado puede hacer más con menos recursos, y que existen gastos inerciales suntuosos que siendo restringidos podrían aliviar la carga fiscal de los colombianos.
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Sábado, 27 de Marzo de 2021

Hay temas que una vez son planteados generan aversión de inmediato y la reforma tributaria es uno de ellos. Este tema tan sensible pone de presente la frágil estructura fiscal de nuestro país, el cual año tras año debe afrontar el peso asfixiante del déficit presupuestal, que impide atender en debida forma los requerimientos en materia de inversión social de la Nación.

Estoy convencido que el Estado puede hacer más con menos recursos, y que existen gastos inerciales suntuosos que siendo restringidos podrían aliviar la carga fiscal de los colombianos.  

El más claro ejemplo lo constituyen los cuantiosísimos recursos que se invierten en la parafernalia de los comicios electorales, los cuales son cada día más recurrentes en nuestro país. Nuestro sistema electoral podría de manera inmediata unificar elecciones y ahorrarle al país un número importante de recursos.  Unificando periodos y elecciones, el país ahorraría muchísimo dinero y si se impone el voto obligatorio, acabaríamos con tantas prácticas corruptas asociadas a estos procesos.

El déficit presupuestal siempre es presentado como la insuficiencia de recursos para inversión social, pero el Estado no ha dejado de gastar por ejemplo en el sector defensa, el cual hoy tiene igual o mayor presupuesto al que se tenía en lo más álgido del conflicto armado, lo cual no se compadece con la realidad social del país.  En materia de educación, quedó comprobado que el modelo basado en infraestructura y burocracia, puede ser remplazada sin problema por el e-learning y ahorrarse cuantiosos recursos.

Lo cierto es que aunque siempre sea inconveniente para el bolsillo de los colombianos una reforma tributaria, los gobiernos imponen sus mayorías en el Congreso con la capacidad coercitiva del lapicero ordenador del gasto y terminamos todos pagando de manera indirecta los impuestos para alimentar el gigante burocrático.  Parece que pelear contra las reformas tributarias no tiene sentido, pues al final sabemos que serán aprobadas. Sin embargo, en esta ocasión es diferente, dada la crisis económica por la que atravesamos.

“El palo no está pa’ cucharas”, decían las abuelas y creo que no se puede pretender atender un déficit presupuestal con más cargas impositivas, sino debemos reducir al máximo los gastos y como decía Rudolf Hommes: “apretarnos el cinturón”. Una reforma tributaria hoy en Colombia es inapropiada e inoportuna.

Las películas de época dan cuenta de la mendicidad a la que eran sometidos los siervos de la gleba por parte del señor feudal, quien los ahogaba con exigencias económicas sólo para satisfacer sus aberrantes y megalómanos caprichos. Creo que la reforma tributaria es un símil de dicha situación, en un momento donde muchos colombianos han perdido su empleo, las empresas han cerrado y se reclama a gritos por ayuda humanitaria.

Sé que los impuestos son necesarios para sostener el Estado y su consecuente inversión, pero no creo que sea el momento para arreciar con los mismos. Por ello pensar en gravar más a los colombianos es una equivocación y en consecuencia estamos frente a una reforma tributaria inoportuna.

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