Ahora, el 27 de abril que pasó, el diario El País de Madrid editorializó: “Una oportunidad para Colombia”.
Una visión muy ponderada relativa a las posiciones del presidente Duque Márquez y la alcaldesa de la capital, López Hernández. Que poco a poco van entendiéndose, a pesar de las miserias y toposeríaas que nunca deben entrar en la alta política. ¿La última? Que el presidente mande, pero que mande bien, dijo López Hernández, que jura que Colombia es solo Bogotá.
Y eso es bueno, que vayan entendiéndose, en esta nación tan caudillista, que afortunadamente se quedó sin caudillos y se conformó con dos o tres Savonarolas sectarios y sus falsas ferias de las vanidades, que Dios quiera no terminen como él en la plaza de Florencia.
Sí, porque como dice el editorial del País, “el pulso se ha mantenido en el terreno de las divergencias técnicas, que en sí pueden ser una anomalía en la rutina de la crispación (polarización) a la que han acostumbrado a los colombianos”. Y esta emergencia representa una oportunidad para construir, para cambiar el paradigma de la confrontación habitual y sentar las bases para una nueva Colombia”.
Qué bueno trasladar ese editorial a todas las capitales de Colombia, para aclimatar la democracia entre los ganadores y los perdedores y acepten las escogencias del pueblo.
Porque la praxis de ella es que concluida la contienda, todos nos despojemos de de prevenciones y prejuicios y el ejercicio crítico, que es el de los perdedores, se tenga la ponderación debida.
La oposición es un ejercicio crítico tan importante y tan serio como el de gobernar. Al fin y al cabo la crítica no es otra cosa que la dialéctica en acción. De ahí que para ser crítico, primero hay que ser autocrítico, hay que regresar a lo subjetivo, o desnaturaliza la oposición. Pero bueno, no especulo más al respecto, a fin de que no me vuelvan a repetir que soy un godo marxista.
Lo que quiero sugerir, es que antes que destruir o desbaratar un ejercicio de gobierno que tiene un periodo fijo, y que no se va a destituir ni en las redes ni en los medios, sino en los lentos ejercicios jurisdiccionales de una de las ramas más desprestigiadas del poder público, lo constructivo es sugerir soluciones, hacer propuestas, persuadir al gobierno y entenderse como recomienda el editorial del periódico El País de Madrid.
Y ese ejercicio crítico debería darse no solo en la capital de la república, sino en todo el país y sus 1103 municipios.
Sugiriendo soluciones, haciendo propuestas, persuadiendo y resaltando también los aciertos. Nadie por ejemplo aquí en Cúcuta ha celebrado el casi perfecto Decreto de delegación de funciones para contratar que expidió el Señor alcalde y que derogó los anteriores que por la ilegalidad y la imperfección, eran cañones de fragata pirata, para cubrir el abordaje de los corruptos. Vale la pena analizarlo y sugerir dos o tres correcciones por donde pueden filtrase brotes de corrupción.
Adenda: Sugiero un parágrafo al primer artículo del Decreto de Delegación de Funciones, para que los contratos superiores a una cuantía mayor a mil salarios mínimos deban tener para su validez, el visto bueno del señor alcalde.