Durante décadas hemos escuchado la designación de muchas personas como merecedoras de este honorable galardón, cada uno con sus méritos para obtenerlo. Muchos considerarán que es entregado por mérito, y otros lo consideran parte de un ajedrez político.
Hace pocos días desde Noruega llegaba la noticia que María Corina había sido la ungida; y dejando de lado la sorpresa que generó en muchas partes del mundo; algunos se preguntaban cuáles eran los hechos de PAZ que ella había construido en su vida, y de qué manera contribuyeron a la reconciliación. Acá no estamos para cuestionar decisiones; la academia en su real entender aceptó los argumentos planteados para designarla; pero sin duda, esta selección deja una sensación diferente ante otros posibles aspirantes que quizás pudieron llegar a obtenerlo.
En una opinión muy personal, llegar a un Nobel y de esa trascendencia exige hechos reales y contundentes. Caso por ejemplo el de Donald Trump; con el que si bien no comparto alguna de sus formas; logró la firma de un acuerdo en medio oriente, logró el tan anhelado cese al fuego, y que, aunque este acuerdo aún tiene mucha tela por cortar y aunque por momentos cuelgue de un hilo desgastado y a punto de romperse……. Logró algo que por momentos se veía impensable.
Si vamos a otras latitudes o acciones de Paz encontramos muchos ejemplos en el mundo que podrían ser merecedores de ese galardón. En nuestro país existen grupos de personas y fundaciones, que, soportados en su propia historia, día a día llevan a rincones olvidados por el estado, todo tipo de apoyo social y psicosocial a poblaciones sumergidas en la violencia y el dolor. Quizás ellos no tienen el poder o las puertas bien abiertas para acceder a dichos premios, pero lo que si tienen claro, es que para ellos el mejor premio está ligado a las sonrisas de los niños hambrientos y al abrazo de esas madres cabeza de hogar que sin límites luchan diariamente para darle a su familia pinceladas de alegría en medio del dolor.
El premio Nobel de Paz ha llegado a manos de personalidades en el mundo que lucharon y luchan inclusive después de partir a la eternidad, porque su legado ha trascendido de generación en generación.
Martin Luther King, Nelson Mandela, La Madre Teresa de Calcuta, periodistas como María Ressa; y tantas personalidades más, que con sus acciones desafiaron la guerra y defendieron sus principios de cara a la humanidad. Inclusive el polémico Juan Manuel Santos fue merecedor en su momento de dicha distinción cuando apostó por la Paz con las Farc.
Hoy se considera que la entrega a María Corina se basa en su “Lucha Por la Democracia” en Venezuela y eso no está mal, pero considero que los pocos hechos de Paz en un mundo lleno de conflictos merecen mejor suerte.
Hoy día en el mundo existen 56 conflictos armados, cifra absurda porque cada uno de ellos trae como consecuencia millares de muertos y millones de desplazados que se exponen a fronteras cerradas y al rechazo de la comunidad internacional. Y en cada conflicto están muchas veces ocultos sin nombre esos héroes que se enfrentan a la muerte diariamente para llevar ayudas humanitarias a la población que sufre.
No conozco detalles de cómo se escogen a los ungidos y probablemente muchos están igual que yo, pero sin duda, cada uno de los elegidos algún mérito mostró para su elección.
Hoy es un buen día para aplaudir de pié a esos que en silencio construyen Paz, llevando palabras de aliento y ayudas humanitarias a rincones de este país y del mundo sin esperar nada a cambio. Ellos no solo merecen un Nobel, deben ser tomados como ejemplo para sectores de la sociedad, que por momentos son mercaderes del dolor humano.
“Cuando dejemos que el Nobel de Paz llegue a nuestros corazones, iniciamos la construcción de una nueva sociedad” .
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