Es difícil tener el dato real de cuántos editoriales, análisis y entrevistas se han dado a lo largo de todos estos años en torno a la problemática del sector salud en nuestro país. Mientras todo eso pasa, los gobiernos de turno, mediante leyes, decretos y reformas, intentaron e intentan enderezar un camino que al inicio estaba lleno de virtudes, pero luego de unos años se llenó de situaciones que llevaron al desgaste y desfinanciación del sector.
El primer afectado en este entramado es el usuario, que hoy sufre las mismas limitaciones que vienen desde hace 15 años aproximadamente e inclusive aumentan a gran velocidad, teniendo en cuenta la fragilidad económica del sistema que está llevando poco a poco al colapso. Las intervenciones de EPS no son un invento de este gobierno; han sido una constante desde que la Ley 100 entró en vigencia, pero la efectividad de esas intervenciones es lo cuestionable. Muchas intervenidas terminaron liquidadas y se fueron campantes con unas cuentas por pagar incalculables a la red de servicios, llámese públicas o privadas, que sufrió pérdidas económicas por esas medidas, que en su mayoría el Estado no asumió.
Es importante mencionar que las leyes y decretos que rigen el sector obligan a las EPS a cumplir requisitos que, en muchos casos, solo se logran acudiendo a prácticas evasivas que por lo general ocultan la verdadera situación financiera de ellas. Esto no es un decir. Todo está documentado en las medidas que la Supersalud implementa en el país desde hace varios años y que, al detectarlas, sumado a otros factores, terminan generando las acciones cautelares de intervención forzosa de las entidades. Las EPS están obligadas a cumplir un margen de solvencia que en algunos casos lo logran con maniobras para detener el elevado costo de atención mensual por usuario. Esas prácticas van desde la dilatación en ordenar servicios, hasta implementar medidas para evitar la radicación de las facturas que generan los prestadores y otras estrategias que terminan afectando, en la cadena de servicios, al usuario.
Hoy las mismas entidades que vigilan el sector son conscientes de que esas maniobras se siguen dando en contra de los intereses públicos y privados que tienen la responsabilidad de la atención en salud de toda la población.
Qué decir cuando la intervenida es una ESE municipal o departamental, donde quizás el primer favor de esas intervenciones es que la andanada de procesos judiciales entre en el congelador, intentando dar oxígeno a la administración de turno para hacer rendir los recursos que ingresan en la venta de servicios.
Podemos decir que, en este caso de IPS públicas, se dieron algunos casos exitosos, pero en otros, al terminar la intervención, a los pocos meses la situación de insostenibilidad regresa a ser parte del día a día de la entidad. Porque la red pública, en muchos casos, no tiene la capacidad instalada para la demanda de salud que requiere la población.
Nuestro modelo de salud actual y el que hoy se anuncia desde el Gobierno nacional, en el papel, son románticos y atractivos, pero llevarlos a la práctica hoy es una odisea, teniendo en cuenta que existen factores ajenos al sector que hacen parte fundamental para el éxito y que aportan poco para lograrlo. Mencionemos, por ejemplo, las muertes maternas, muchas de ellas evitables, y cuyas causas no solo están relacionadas con falta de controles, sino también con barreras de acceso a los servicios de salud y deficiente recurso humano asistencial, en especial en zonas alejadas de centros urbanos; solo por nombrar algunas limitantes que no solo afectan ese indicador, sino que terminan impactando a un sinnúmero de enfermedades.
Hablar de atención primaria en salud, llegar a lugares de difícil acceso y lograr bajar indicadores en los casos que más impactan en la salud pública en Colombia es el objetivo. Pero no olvidemos que eso no es solo responsabilidad de una sectorial nacional, departamental o local, ya que hoy día, en las grandes ciudades, hay sectores sin servicios sanitarios básicos para vivir. Solo evidenciar esto ya coloca una barrera para lograr objetivos reales en la prevención de enfermedades; y qué decir de esas regiones apartadas donde habitan comunidades en las que el acceso a lo básico para vivir está lejos de su alcance.
Adicional a eso, la poca continuidad en los programas de atención en casa que se intentan montar, pero que por temas presupuestales dejan una brecha en la atención y en la continuidad de los procesos. Es necesario señalar que esas intervenciones no son novedad en el país, ya que se tienen estadísticas de algunas ciudades como Valledupar (Cesar), donde en el año 2005 se implementaron programas de atención en casa con grupos interdisciplinarios que llegaron a zonas marginadas urbanas y cubrieron el sector rural, generando un control positivo en los indicadores de salud.
Por último, la lucha por el control del sector está llevando a un punto ciego donde el usuario es el principal afectado. No podemos olvidar que la infraestructura sanitaria del país está conformada por sectores públicos y privados que llevan la carga diaria de la salud de la gente. La disminución en el flujo de recursos y la insuficiencia de la UPC están llevando al colapso del sistema; a esto hay que sumarle todo lo que han generado las investigaciones de los organismos de control en cuanto al manejo de los recursos de la salud.
Todos los actores del sistema, desde Presidencia de la República hasta el mínimo prestador, deben tener la grandeza para buscar salidas lógicas, posibles y de fácil ejecución para dar solución a esta problemática. El sistema requiere ajustes, de eso no hay duda, pero la puesta en marcha no solo requiere buena voluntad, sino un plan financiero sostenible en el tiempo para lograrlo.
En la búsqueda de acciones que impacten positivamente los factores de riesgo podemos mencionar algunos que deben ser prioridad para los gobiernos y no solo favorecen la salud de la población, sino que impactan otros sectores de la economía:
1. Un verdadero plan de inversión en la adecuación o construcción de vías terciarias y red de comunicaciones para alertas tempranas y telemedicina.
2. Garantizar el recurso humano en salud en esas zonas apartadas del país o tener una reacción oportuna ante cualquier eventualidad.
3. Sabiendo que somos un país rico en culturas, etnias y grupos poblacionales, y partiendo del respeto por todo lo mencionado, debemos lograr enlazar la medicina tradicional de los pueblos con la nuestra. De eso se habla mucho, pero poco se logra.
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