La capital argentina es una ciudad fascinante conformada por un urbanismo que recuerda a Madrid o a París, y un desarrollo contemporáneo como el de las grandes capitales americanas. Es una urbe ideada para caminarla gratamente por sus andenes generosos, con amplios bulevares, hermosas plazas, grandes espacios públicos, y una permanente actividad cultural.
Hay avenidas como la Calle Corrientes que palpita durante las veinticuatro horas del día en sus cafés tradicionales, teatros, comercios y librerías que nunca cierran sus puertas. Pasear por ella es una experiencia inolvidable.
Sin embargo, al posesionarse el nuevo Presidente de la República, Alberto Fernández, mostró unas cifras lamentables sobre la situación económica del país: La inflación ronda el 55 por ciento anual; la pobreza es cercana al 40 por ciento de la población, y la caída del Producto Interno Bruto (PIB) ha sido del 3.1 por ciento. Ésta es la razón principal de la derrota electoral del saliente Presidente Mauricio Macri.
A pesar de los esfuerzos por reactivar la economía, Macri no pudo superar la crisis. Un préstamo por 57 mil millones de dólares que logró aprobar por el Fondo Monetario Internacional (FMI), y del cual se han desembolsado 44 mil millones, no produjo el efecto esperado. Por el contrario, incrementó la deuda externa a la cifra de 315 mil millones de dólares, casi igual al 100 por ciento del PIB argentino.
Alberto Fernández afirmó que el gobierno saliente había dejado a la Nación en una situación virtual de default (imposibilidad de pagar la deuda). Es como si Argentina hubiera entrado en quiebra.
¿Cómo se entiende que un país tan rico tenga hoy este escenario económico sombrío? A comienzo del siglo XX, Argentina era la sexta potencia mundial y, por su fortaleza, ayudó con exportaciones subsidiadas de carne y trigo a países europeos empobrecidos por las guerras. Hacia 1920 Buenos Aires tenía una población de un millón quinientos mil habitantes, mientras Bogotá no llegaba a ciento cincuenta mil. Actualmente, las dos ciudades tienen una población similar.
La situación de Argentina es el resultado del manejo político que ha tenido durante décadas. En 2001 vivió una gran crisis con el mayor default de la historia, cinco presidentes en una semana, disturbios y saqueos que produjeron decenas de muertos, y la congelación de las cuentas bancarias de los argentinos en el llamado “corralito” decretado por el Presidente de Centro Izquierda, Fernando de la Rúa, que es, quizás, la más extrema de las medidas de control que puede adoptar el gobierno de una nación.
Es imperioso hacer una comparación entre Argentina y Colombia porque, si bien, nuestro país no tiene toda la riqueza de aquel, hoy presenta un panorama mucho mejor debido a la orientación seria de su economía. Pese a las diferencias de enfoque de algunos gobiernos, las instituciones nacionales que dirigen la economía han sido muy responsables.
Quienes promueven los paros en Colombia se aprovechan de la ignorancia de muchos ciudadanos para hacer creer que la situación del país es la peor, y pretenden que cambiando el gobierno se arreglan mágicamente los problemas que padecemos. Ojalá no tomemos el camino de nuestros vecinos arruinados.
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