Hace apenas unas décadas, el Catatumbo era una región desconocida en Colombia, y una zona lejana y misteriosa para los norte - santandereanos. La comunicación por el río Catatumbo con el Lago de Maracaibo se prohibió en el gobierno de Cipriano Castro a comienzos del siglo XX como consecuencia de las pendencias de éste con los conservadores neogranadinos. Esta arbitraria decisión ocasionó un grave daño a Cúcuta y su zona de influencia por la interrupción del floreciente comercio interoceánico y, en adelante, el Catatumbo fue quedando en el abandono gubernamental a pesar de tratarse de una tierra rica y feraz.
Hacia 1918 fue una de las primeras áreas de explotación petrolera cuando compañías norteamericanas adquirieron derechos para comercial el crudo. Pero es asombroso el hecho de que durante todo el tiempo transcurrido desde entonces no se haya siquiera construido una carretera de buenas especificaciones entre Cúcuta y Tibú donde se asientan los campos petroleros.
El Catatumbo no es un territorio homogéneo, aunque los medios de comunicación, muchas veces mal informados, publiquen los acontecimientos indiscriminadamente como si ocurrieran en sitios idénticos.
Si bien, varios municipios de la provincia de Ocaña, (Ocaña, Convención, El Carmen, Ábrego, El Tarra, Hacarí, La Playa, , San Calixto, Teorama) pertenecen a la cuenca del Río Catatumbo, todos ellos son poblaciones con una tradición centenaria donde se han formado importantes personalidades que han brillado en la vida nacional. Diferentes son las tierras selváticas del norte de Cúcuta en las que se ha agudizado actualmente una problemática de enormes proporciones, y cuyo único municipio es Tibú, de reciente creación.
Desde el comienzo hemos dicho que la región ha padecido el abandono de los gobiernos nacional y departamental, y que su aislamiento ha sido causa de muchos males, a pesar de que desde hace tiempo se ha dicho que la mejor salida del oriente colombiano al mar debería ser por la carretera proyectada por Tibú – El Tarra – Convención – La Mata, ilusión que se ha frustrado varias veces.
Pero hay un hecho que se pasa por alto y es que la gran descomposición que se ha arraigado en la zona no es sólo por la inoperancia oficial sino, fundamentalmente, porque Venezuela se ha convertido en un paso franco para todo tipo de delincuentes empezando por los narcotraficantes.
La circunstancia de que la región del Catatumbo se extienda en territorio colombiano y en territorio venezolano, y que existen grandes áreas despobladas en sus casi 5.000 kilómetros cuadrados, la convierte en un lugar privilegiado para el tráfico ilegal. Además, como las autoridades bolivarianas son cómplices de los traficantes, el caos es de inimaginables dimensiones.
Por esto es casi imposible controlar una zona tan amplia y compleja a pesar de los enormes esfuerzos del actual gobierno para tratar de poner orden. No sólo debemos reclamar más acciones oficiales, más inversiones, más control. Tenemos que protestar por la inmoralidad de un régimen que se adueñó de Venezuela para enriquecer a sus jerarcas y para subyugar a sus habitantes. La apertura de la frontera puede ser un primer paso.
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