Ha hecho carrera en los últimos tiempos, en diversos sectores –algunos medios de comunicación, sectores de opinión y ciertos analistas- la idea que los partidos políticos ya están mandados a recoger y no cumplen ninguna función y algunos políticos, especialmente los que pretenden presentarse como ‘alternativos’, tienden a remplazarlos por una novedosa manera, desarticulada de partidos como es la recolección de firmas.
Personalmente tengo dudas al respecto y considero que, particularmente para efectos electorales de cuerpos colegiados siguen teniendo una importancia relevante. Y creo que no es solamente un rezago de prácticas clientelistas, que igual siguen funcionando con la modalidad de recolección de firmas, sino que en una franja de votantes importantes –seguramente los de mayor edad y de regiones y localidades- que siguen teniendo adscripciones políticas con lo que han representado en la historia y lo que proponen los partidos políticos y sus líderes.
Otra cosa es que ciertos líderes políticos no se sientan cómodos en el partido político en que están, o no quieran someterse a ninguna disciplina partidista y opten por crear nuevos partidos políticos, renovar otros, o hacer escisiones de un partido, que parece ser una práctica a la moda. De hecho, si los partidos políticos fueran irrelevantes no se explicaría porque hay intensas gestiones jurídicas y políticas para obtener reconocimiento de personería jurídica de nuevos partidos políticos.
Todo eso es posible, pero eso no significa que los partidos políticos no cumplan una tarea importante en una democracia, especialmente para elecciones en cuerpos colegiados –consejos municipales, asambleas departamentales, congreso de la república- donde el funcionamiento en ‘bancadas’ es fundamental para el cumplimiento de su labor; allí los ‘llaneros solitarios’ no son la figura predominante.
Es verdad que los regímenes políticos presidencialistas, a diferencia de los parlamentarios, tienden a estimular el caudillismo del líder, local, regional o nacional, que no está muy dispuesto a someterse a la disciplina partidista, ni a procesos eleccionarios internos al interior de un partidos y que consideran que su sola imagen, sus realizaciones anteriores o su carisma, son suficientes para hacerse elegir a un cargo uninominal como alcalde, gobernador o presidente. Pero una vez elegidos, si quieren tener una gestión adecuada de sus administraciones, van a requerir el apoyo de los cuerpos colegiados y allí la existencia de bancadas con afinidad política, que es parte de la tarea de los partidos políticos, con las cuales hay que llegar a acuerdos políticos, es fundamental para el funcionamiento de una democracia. Porque algunos caudillos lo que aspiran es a poder imponer su mirada y su concepción sobre los problemas, que es lo propio de regímenes autoritarios y no el ejercicio democrático de construcción de acuerdos con las bancadas de los partidos, que si bien puede parecer una actividad un poco más engorrosa, termina siendo la que construye mayor legitimidad en las decisiones y es una forma de fortalecer el ejercicio democrático.
No tengo duda que fortalecer los partidos políticos existentes o crear nuevos, si ninguno de los existentes satisfacen a determinado sector ciudadano, no importa si son de derecha, de centro o de izquierda, es la forma adecuada de fortalecer la democracia. Creo que no se puede jugar con candela cuestionando a la forma organizativa partido, porque las prácticas de algunos partidos políticos hayan sido negativas para la democracia. Sería como decir que las manifestaciones públicas son solo ciudadanos contratados para asistir, porque en el pasado de nuestro país en algunos casos así sucedió. Las manifestaciones públicas, así como el uso de la radio, la televisión, los periódicos y las redes sociales por parte de líderes o partidos políticos, son formas legítimas del actuar político.