El presidente electo, Gustavo Petro, ha anunciado la puesta en marcha de un programa de diálogos regionales, para debatir la problemática de los diferentes escenarios del país, de tal manera que sea posible la identificación de necesidades que es necesario atender con prioridad.
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Esta propuesta va a tomar por sorpresa a los gobernantes y dirigentes regionales, pues como se ha evidenciado, son muy pocas las entidades departamentales y municipales que han estructurado proyectos de inversión. Siempre se habla de un catálogo de necesidades, que es fácil enumerar y sobre esas enumeraciones se hacen promesas que por lo general nunca se cumplen, pues no llega a existir un estudio que sustente el requerimiento y que lo traduzca en cifras, documentos de apoyo y cronogramas de trabajo.
El mismo Departamento Nacional de Planeación ha dicho que existen casi $25 billones en las arcas de la Tesorería Nacional por concepto de regalías, dineros que no han podido ser utilizados porque no hay proyectos estructurados para sustentar la inversión.
Mientras alcaldes, gobernadores y Gobierno Nacional no se pongan de acuerdo en crear un organismo que estructure proyectos, estos ejercicios van a ser de poca utilidad, pues gastar en oficinas técnicas no genera dividendos políticos, lo que los hace esquivos a cualquier tarea gubernativa.
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El nuevo presidente debe ser claro con los gobernantes regionales y locales, y hacerles caer en la cuenta de que tienen que cambiar de mentalidad a la hora de demandar la inversión para sus territorios. Y pensar también en que esa importante cifra guardada en las arcas del Estado, debe servir también para estructurar de una vez por todas ese organismo técnico que elabore proyectos de inversión para las regiones.
El gasto público es fundamental para impulsar el desarrollo y los recursos están ahí guardados esperando oportunidad de inversión para entregar obras y servicios a los habitantes de las regiones, y resulta absurdo, y totalmente imperdonable, que las regiones no puedan hacer inversiones, aún teniendo la plata guardada para hacerlo.
La región que más invierte en Colombia, es el departamento de Antioquia, porque allá sí entendieron que las cosas funcionan es sobre la base de proyectos sustentados que estructuren la necesidad del servicio. Por eso es que tienen los mejores proyectos viales, los mejores sistemas de transporte masivo y una infraestructura de primer orden que supera a la del resto del país.
De acuerdo con esto, la mejor conclusión de estos diálogos regionales, debe ser la de enseñar a las regiones a hacer la tarea en debida forma, para que entiendan de una vez por todas que la inversión de recursos está sujeta a un proceso metódico y ordenado, que es imperioso observar.
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