Lo que se viene para Venezuela no solo es una tragedia para su país, también lo es para la gente que creyó que era posible derrotar a Maduro electoralmente, para los más de cinco millones de venezolanos que han salido del país en los últimos años y creían poder regresar, es una tragedia política para América Latina que en los próximos meses y años será testigo de ver como una dictadura se mantendrá al precio que sea; es lamentable ver como el concepto de democracia se diluye, y de otro lado ver como esa Venezuela optimista y poderosa de los años ochenta se convertirá en otra triste república como Nicaragua o Cuba en las que desde el gobierno se persigue, se encarcela como de hecho ha ocurrido en esta semana en Venezuela.
A mediados de los años ochenta vivía en Francia, y aún recuerdo el recibimiento que se le hizo en París a Daniel Ortega por aquellos años cuando habían derrotado a uno de los dictadores más oprobiosos de Nicaragua, Anastasio Somoza. Varios países europeos creían en ese triunfo político del sandinismo, lo festejaron, los estudiantes salieron a recibir a Ortega, no olvido las banderas de Francia y Nicaragua por las principales calles de París. Lo que nadie podía imaginar es que con el paso de los años Ortega traicionaría a su país y terminó convertido en otro dictador más que hoy lleva más años en el poder que hasta el mismo Somoza. Hacia allá va Venezuela. Que lamentable destino le espera a Venezuela. El viernes se denunciaba que por estos días ha habido muchos vuelos La Habana – Caracas, y no deja de advertirse que en algunos de ellos podrían venir incluso integrantes del grupo paramilitar Wagner de Rusia.
Capítulo aparte, mención especial merece María Corina Machado, que hoy desde la clandestinidad sigue luchando para que el resultado electoral del pasado domingo triunfe. Admirable el valor de María Corina quien hoy en día corre riesgo en su integridad personal, a pesar del anuncio de Diosdado Cabello de tomar alguna medida en su contra por promover una supuesta insurrección popular. Otro actor lamentable de este episodio político ha sido la actitud ambivalente del presidente de Colombia, quien por varios días guardó silencio cómplice con lo que estaba ocurriendo, y posteriormente envía un mensaje en el que manifestó la necesidad de que aparecieran las actas de los escrutinios, y al otro día, Colombia votó en contra en la OEA. Incoherente y lamentable. De otro lado, habrá que esperar lo que en realidad pueda hacer la comunidad internacional frente a lo que sucedió el pasado domingo en Venezuela, organismos internacionales que con el paso de los meses usualmente en este tipo de conflictos queda relegada a un segundo plano.
América Latina se está convirtiéndose en un espacio geográfico peligroso del equilibrio político mundial, o quizás de desequilibrio, en donde el atropello de Maduro ha sido apoyado por Rusia, China e Irán, con todo lo que ello significa en ese juego de intereses de esos países aquí en América Latina. Venezuela ya se alineó, Maduro dio el golpe electoral el domingo pasado, las cartas están jugadas, y ahí viene otro interrogante y gran preocupación: ¿hasta dónde Petro le podría hacer el juego a esa estrategia que ya tiene connotación mundial? Todo ello es posible, y mientras eso ocurre, la gran tragedia, los grandes perdedores han sido nuevamente toda esa diáspora de venezolanos que en los últimos años salieron de su país, que quedaron desarraigados, en el exilio, lejos de sus familias, tratando de buscar algún futuro en varias partes del mundo, y creyeron poder regresar. Trágico destino le espera a Venezuela.
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