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La nueva OTAN
Esos son cambios muy profundos y de alcance desconocido.
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Sábado, 28 de Mayo de 2022

¿Qué significa que Finlandia y Suecia hayan solicitado su ingreso a la OTAN, abandonando décadas de neutralidad y “pacifismo”? El marco histórico es muy importante en este caso para entender el punto de inflexión geopolítico que ha significado la “putiniada” contra Ucrania.

Jared Diamond en su libro “Crisis” dedica un capítulo a Finlandia centrado en su relación con Rusia. Diamond relata cómo, en los inicios de la Segunda Guerra Mundial, la Unión Soviética “exigió” a Finlandia el uso de su territorio para ubicación de tropas y la “toma” de una de sus islas principales. Esto generó el conflicto que la URSS pensó, como hoy en Ucrania, resolver rápidamente pero que se le convirtió en un problema mayor. De la mano del general Mannerheim, Finlandia resistió 105 días de lucha y abandonó al no recibir ayuda alguna por parte de las potencias occidentales, muy dadas como hoy a no molestar mucho al oso ruso. Después de eso, Finlandia siempre declaró su neutralidad pero acomodándose a los dictados de Moscú lo que le permitió seguir viviendo como estado independiente con ese vecino bélico y desarrollar un gran modelo económico y social que hoy es ejemplo para el mundo y aún más para la socialmente atrasada Rusia.

Suecia tiene conflictos con Rusia desde las épocas de la fundación de San Petersburgo, cuando el zar Pedro el Grande, el fundador del gran imperio del águila bicéfala, abandonó la “mongola” Moscú y busco europeizar Rusia. Cuando Pedro llegó al mar Báltico y montó su flota naval, era claro que se iba a dar un conflicto con Suecia, el poder reinante del siglo XVIII. Quienes hemos ido a San Petersburgo, aunque hoy no es recomendable ir, podemos observar el arco de triunfo de la victoria rusa sobre Suecia, nación que tuvo que aceptar la llegada del nuevo poder. En el siglo XX, Suecia vecina en el báltico de la Rusia comunista y la Alemania nazi debió optar por la neutralidad. Después de la Segunda Guerra Mundial, Suecia adoptó el socialismo democrático y la sociedad del bienestar que ha ido ajustando a medida que la realidad lo va obligando. Hoy ha desmontado algunos beneficios atendiendo al cambio en la pirámide poblacional y la realidad económica mundial, así muchos progresistas sigan pregonando que hoy Suecia es igual a la de los años setenta.

¿Por qué, entonces, Suecia y Finlandia abandonan sus estatus históricos y se unen a la alianza militar atlántica? Porque la invasión de Putin a Ucrania en este momento histórico de la ascendencia del poder chino, la política de apaciguamiento que se tomó a los Estados Unidos y el agotamiento del multilateralismo, han llevado a una nueva realidad mundial, donde el mundo se va a definir por bloques de naciones afines política y económicamente y no por la montonera ideológica que hoy es Naciones Unidas. La nueva OTAN, fortalecida por las potencias europeas ante la declaración de Alemania de desarrollar su poder bélico, abandonando su restricción constitucional de no tener fuerzas militares; la nueva realidad, como sucede con Finlandia y Suecia la obligó. Esos son cambios muy profundos y de alcance desconocido.

Putin argumentó que la invasión a Ucrania fue para impedir que Rusia quedara rodeada por la alianza atlántica, argumento que defienden bastantes “progresistas” occidentales, pero los vecinos de Rusia saben que viven al lado de una autocracia que se debe controlar y finalmente Putin hizo realidad su miedo: hoy está rodeada por la alianza atlántica. No le ha servido la amenaza nuclear, que también alertan algunos mamertos occidentales como razón para profundizar las políticas de apaciguamiento tan caras a su ideología, porque esos países saben que no se puede vivir con miedo.

Hoy que el mamertismo latinoamericano es tan afín a las tesis rusas, es bueno observar el ejemplo de Suecia y Finlandia que jamás se han dejado llevar por el canto de sirena del extremismo, así hayan vivido bajo el del terror bolchevique.

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