La llegada de Javier Milei a la presidencia de Argentina, tiene partido en dos los sentimientos, entre quienes consideran que su elección es un salto al vacío y los que guardan esperanzados la resurrección de un país que, en el siglo pasado, fue considerado potencia mundial.
Nunca como ahora, se había presentado una incertidumbre política tan profunda en esa Nación. Viví allí cerca de cinco años; estudié mi Maestría en política económica y otras especializaciones, animado por esos cambios milagrosos que ofrecía la apertura económica, la llegada del neoliberalismo a nuestra América Latina, no porque creyera que ese sería el modelo que sacaría a nuestros pueblos de la miseria, sino porque me interesó profundizar en los modelos económicos que, cual péndulo, se venían probando en nuestro continente y en el mundo.
Durante los gobiernos del presidente Carlos Menem, recorrí todo el país, como dicen ellos, “desde Usuhaia hasta La Quiaca, en mis funciones como coordinador ejecutivo del Programa de Desarrollo Local, en un momento en el que el desempleo llegaba al 24%. Nuestro programa creaba Fondos de Apoyo al Desarrollo Productivo; “hicimos vaca” la Nación, las gobernaciones provinciales y alcaldías, para apoyar a emprendedores ubicados en municipios menores de cien mil habitantes. Por cierto, ese programa, es aplicable a las municipalidades de nuestro departamento, comenzando por Cúcuta.
Argentina, es digna de un estudio más profundo de la sociología y la ciencia política. Personalmente nunca entendí, totalmente, como es que a su economía la mantienen en un perfecto quilombo. Mis prestigiosos profesores de economía, daban cada uno explicaciones casi siempre diferentes. Razón tenía el presidente Harry Truman, cuando dijo: “Denme un economista tuerto que solo vea un lado de las cosas”. Pero también tenía razón Samuelson, cuando escribió que “…en esta profesión los economistas tuertos suelen ser de dos tipos: los que tienen el ojo derecho solamente y los que tienen el izquierdo.”
En Colombia nuestros periódicos, muestran masacres, secuestros, corrupción, entre otros. En el país austral, sus páginas están llenas de noticias económicas que en ocasiones causan tanto pánico, como las nuestras; allí, la renuncia del ministro de economía Domingo Cavallo, paralizó a todo un país, como cuando Argentina disputa la final de un mundial de futbol. Ah, y por supuesto, muchas denuncias sobre corrupción.
Javier Milei se define como “…un liberal libertario, un anarquista de mercado” y, sus propuestas no lo niegan: un recorte del gasto público del 15% del PIB; privatización de las empresas del Estado; eliminación del Banco Central; reducción del número de ministerios; implementación de cheques educativos; eliminación de subsidios, entre otros.
La Argentina pos-pandemia fue el segundo país que registró mayor crecimiento, después de Colombia. Con fecha 2023, su PIB se ubica en US$1.040.000 millones, una deuda pública bruta a junio del presente año, de US$405.594 millones, que representó para 2022, porcentualmente un 53%, de su PIB.
Milei, como presidente deberá pagarle al FMI en abril de 2024, US$12.000 millones, por concepto de servicio de deuda. Tendrá que proponer un nuevo refinanciamiento.
Pero, quizás lo más preocupante, es su propuesta de dolarizar la economía y peor aún, permitir una libre competencia de monedas, es decir que se escoja con la que se quiera comercializar. Esto pronostica una fuerte devaluación e hiperinflación. Argentina no posee la maquinita que hace dólares. Quizás, promover las exportaciones que mayormente generan divisas, recortar el gasto, revisar los subsidios y refinanciar la deuda, pudiera ser una salida.
Veremos cuál rumbo tomará su presidencia y, también, el futuro del peronismo, que merece capítulo aparte. Ojalá opte por la formula sacra de “El mercado hasta donde sea posible, el Estado hasta donde sea necesario”.
