Mientras Colombia se debate entre la inseguridad ciudadana y la proliferación de grupos armados que pugnan por el acceso a las rutas para el narcotráfico en el Pacífico, así como en el Catatumbo, llega la decisión de “Júpiter Trump” sobre la descertificación.
El país entero ha estado pendiente de ello desde hace varios meses. Pocas veces se había visto una expectativa parecida. Eso indica una dependencia, al menos sicológica, de los Estados Unidos de Trump.
Sin embargo, la decisión se encuentra dentro de los parámetros que estaban previstos, ya que no habrá suspensión de la ayuda para la lucha contra el narcotráfico ni disminución de los recursos destinados para las fuerzas militares y la policía nacional. Tampoco medidas como la imposición de aranceles y la restricción de visas para los colombianos.
Curiosamente las medidas salieron del gobierno de Colombia, ya que el jefe del estado anunció que a partir de la fecha se suspendía la compra de todo tipo de material de guerra a los Estados Unidos. No se sabe si esa decisión incluirá la suspensión de la ayuda y la asesoría militar, como sucedió cuando se rompieron relaciones con Israel.
Debe señalarse que la resolución sobre la descertificación es no solamente una crítica por la proliferación de los cultivos ilícitos y el aumento por la producción de cocaína, sino muy especialmente a la “Paz Total” y a los acuerdos que se han hecho o están en curso con grupos armados, que han aprovechado esa circunstancia para fortalecerse y asegurar las rutas para la salida de la cocaína, tanto en el Caribe, como en el Pacífico.
Aunque no se menciona, es muy probable que la actitud del gobierno como aliado de Maduro en el momento actual haya influido en la decisión, especialmente después de que los Estados Unidos iniciaron una presión sin precedentes contra el régimen venezolano. Igualmente, han podido influir las palabras altisonantes contra Trump, de las que se ha cuidado, por ejemplo, la presidenta de México.
Naturalmente que nuestro aliado Maduro, contribuyó también a la decisión norteamericana, ya que repetidamente y con mapas en la mano, expresó que Colombia era un narcoestado y que toda la cocaína que salía por Venezuela era de origen colombiano. También que la mayor parte de la droga salía por el Pacífico.
Aunque la decisión norteamericana no afecta a gran parte de la población colombiana, el hecho de estar en una lista negra de cinco países no es una buena presentación ante el mundo.
Debe tenerse en cuenta también que los Estados Unidos han dejado abierta la puerta de modificar la descertificación, si el gobierno de Colombia adopta medidas efectivas para incrementar la erradicación de los cultivos ilícitos y por consiguiente para disminuir la producción de cocaína.
Precisamente unos días atrás, el presidente anunció que consultaría a la Corte Constitucional sobre el restablecimiento de aspersiones aéreas con glifosato en determinadas áreas. Igualmente ha afirmado la posibilidad de usar drones para la fumigación. Las medidas fueron anunciadas seguramente, un poco tarde.
La descertificación no fue, como algunos pensaban, como la llegada de las diez plagas a Egipto según el antiguo testamento. Sin embargo, si se toma como bandera política en campaña, las cosas se pueden complicar.
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