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La democracia no es paja
La democracia también debe garantizar el reconocimiento de los derechos en términos de igualdad para todos.
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Domingo, 24 de Septiembre de 2023

Democracia es un vocablo muy articulado al lenguaje político universal y está en vigencia desde la antigüedad. La aplicación de lo que significa no ha sido fácil, pero el desarrollo armónico de la sociedad impone el reconocimiento de unos principios orientados a que el manejo de los asuntos públicos no esté sujeto a la arbitrariedad de alcance individual.

De todas maneras, se busca que las decisiones de gobierno cuenten con la participación ciudadana en forma colectiva.

La democracia también debe garantizar el reconocimiento de los derechos en términos de igualdad para todos, excluyendo la discriminación y la intolerancia de quienes se aferran a su verdad absoluta y menosprecian el pensamiento contrario.

Los regímenes basados en la fuerza represiva para amparar intereses abusivos repudian la democracia. Aferrados a la férula de la opresión se van al extremismo de castigar como delito de opinión a quienes contraríen esa postura de suplicio.

Para que la democracia gane espacios y sea soporte del Estado Social de Derecho hay que visibilizar más sus contenidos. Esto debe hacerse desde una pedagogía política que muestre los beneficios de la convivencia en las relaciones entre las personas. Convivencia que nace del respeto de unos a otros.

Se debe entender también que la democracia tiene que ser motor del desarrollo social y poner la economía en función del bienestar, sin imposición clasista alguna.

Democracia es preservar los derechos a la salud, a la educación, a la cultura y en general, a la existencia digna de las personas.

La violencia contraría la democracia. Ultraja la vida y es caldo de cultivo de perversas opresiones, que no han faltado en el mundo y que en América Latina han contado con períodos marcados por la infamia. Colombia hace parte de ese entramado.

Los grupos armados denominados como guerrilla, paramilitarismo, sicariato de las mafias o cualquier otra alineación, son actores que buscan la extinción de la democracia para imponer a sus anchas las arbitrariedades criminales. A ellos debe contenerlos la barrera de la democracia, mostrando los beneficios que se ganan con la libertad y la deliberación racional que lleva a consensos útiles y a una mejor comprensión de la existencia.

En Colombia no faltan los abiertos o agazapados enemigos de la democracia. Como los hay de la paz. Son los que estimulan las acciones de violencia, los que justifican las ejecuciones extrajudiciales, los que propician la pobreza, los que se oponen a mejorar las condiciones de vida de los colombianos en situación de vulnerabilidad, los estrategas opuestos a los cambios necesarios en la nación, los pregoneros de odios, los corruptos, los que propagan mentiras y los que ensucian la justicia.

El ideal de la democracia debe mantenerse por encima de todas las adversidades y de quienes se empeñan en que el país siga encadenado a las necesidades insatisfechas.

Los ciudadanos tendrán que entender que la democracia ofrece más posibilidades y por lo tanto deben contribuir a su construcción castigando electoralmente a quienes se empeñan en sostener prácticas que afectan a la comunidad.

Puntada

Las campañas de los candidatos a los cargos de elección popular debieran ser cátedras sobre los problemas regionales y las soluciones que se requieren.

ciceronflorezm@gmail.com

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