Del execrable atentado terrorista en la Escuela General Santander, quedó claro que el Eln optó por continuar con “la resistencia armada” privilegiando las acciones terroristas, lo cual es síntoma de debilidad. Sobre todo, de debilidad política -que incide directamente en la militar-, pues quienes dieron luz verde al atentado con sus características de tiempo, modo y lugar, demostraron un inusitado y radical desprecio por la vida de las personas y un abismo de desconexión con los anhelos de paz político-social del pueblo colombiano. Es que el Eln tiene una historia de divisiones internas destructivas y violentas, por lo que, al parecer, la unidad del grupo tiene mayor importancia que alcanzar dicha paz.
Pero lo dicho no implica que la respuesta del gobierno sea suficiente con el restablecimiento de órdenes de captura y exigencia de “resultados” de las operaciones militares y policiales. Mal haría el gobierno en darle total prioridad a lo coercitivo-militar sobre lo político (en especial los mensajes políticos que se dejan con las operaciones militares), puesto que esos dos aspectos son convergentes y complementarios, teniendo claro que lo decisivo estará siempre en lo político y que el lado que logre hacer prevalecer su voluntad será aquel que de manera inequívoca demuestre superioridad político-moral.
Por lo pronto, hay que decir que las reacciones del gobierno hasta el momento, si bien han estado acompañadas de un lenguaje institucional y poco incendiario, muestran algunas grietas en su visión estratégica, si es que ha tenido en mente la necesidad de no dar marcha atrás en el proceso de pacificación que, mal que bien, viene avanzando en Colombia desde que terminó el conflicto armado con la Farc.
Lo cierto es que mostrando la insuficiente visión estratégica dejó pasar una oportunidad de incentivar la división del Eln, cuando en un primer momento el Coce declaró que no había autorizado el atentado. Y en vez de abrir un espacio de tiempo para que ampliaran esa postura, Duque siguió adelante con sus declaraciones, sin distinguir entre aquellas unidades del Eln que se oponen a las negociaciones como el frente Domingo Laín liderado por alias “Pablito” - de donde salió el autor material del atentado-, y aquellas que tradicionalmente han apoyado el proceso de paz lideradas por Pablo Beltrán. Es decir, como efecto colateral “ayudó” al Eln a restablecer su unidad.
Otra muestra de insuficiencia estratégica se observa en el desconocimiento del protocolo de retorno de los negociadores del Eln y la “exigencia” a Cuba de su entrega a la justicia, para que respondan por el atentado. Con ello se embarca en la línea de acción imprudente y equivocada de despreciar la cooperación internacional, pidiendo a países como Noruega y Cuba que incumplan su rol de garantes del proceso, en nombre de la lucha global contra el terrorismo.
De esta manera expone al Estado a una derrota diplomática si no logra la entrega de los negociadores del Eln, que es lo que más probablemente ocurrirá, y con ello pierde credibilidad internacional en momentos en que urge cuidarla. No conviene soslayar el hecho de que el Eln aboga por la creación de un frente internacional “anti-imperialista” y apoya a Maduro, un tirano cada vez más acorralado.
@CarlosAlfonsoVR