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Horacio Serpa, el último de los Mohicanos
Creo que murió para el país el último liberal de raza pura, que defendió sus ideales hasta el final.
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Viernes, 6 de Noviembre de 2020

La novela “El último de los Mohicanos” de James F. Cooper, narra la historia durante la guerra franco-india (la guerra de los Siete Años), cuando Francia y Gran Bretaña combatieron por el dominio de las colonias de Norteamérica. Los franceses pidieron la ayuda de tribus nativas americanas para luchar contra los numerosos colonos británicos. Su titulo se deriva de la frase pronunciada en el rodaje por el personaje Chingachgook el cual dice: “Cuando Uncas siga mis pasos, no quedará ya nadie de la sangre de los sagamores, pues mi hijo es el último de los mohicanos.”

Creo que murió para el país el último liberal de raza pura, que defendió sus ideales hasta el final y que logró reivindicar para los santandereanos, la posibilidad de tener hombres de talla nacional, estadistas natos capaces de gobernar. Le conocí personalmente en el Ministerio de Gobierno (hoy del Interior) y de allí nació una amistad signada por la admiración. Hablar con Horacio Serpa, era tener la posibilidad de escuchar a viva voz la historia de quien era siempre un protagonista. No era un testigo de oídas; era el relato fiel y certero de quien estuvo en la escena y conocía más que nadie los vericuetos y las intríngulis políticas del país.

Un hombre franco y sincero, un hombre libre y de buenas costumbres, un hombre que no se guardaba nada y que fiel a sus principios tuvo que asumir el costo político de lo que significa ser un escudero y no escurrir el bulto frente a las responsabilidades de gobierno. Horacio Serpa representa para quienes tuvimos la oportunidad de conocerlo, un ejemplo de gallardía y honestidad. Era un hombre ejemplar en público y privado junto a Rosita su amor eterno y Horacio José su hijo.

Aun recuerdo el poder asistir a las reuniones de jueves liberales organizadas por el FILA, Frente de Izquierda Liberal Auténtico, cuando en el partido existía la posibilidad de debatir sobre temas trascendentes de país y no como ahora donde la superficialidad, el lapicero y sobre todo el dinero  son los únicos derroteros que determinan quiénes representan a esa colectividad. 

Horacio Serpa luchó por incluir el partido liberal en la social democracia y lo logró, por que él si sabia y entendía lo que ello significaba y no como los ahora representantes del trapo rojo, que ni saben qué significa ser un liberal auténtico. Duele la partida del ultimo caudillo liberal, extrañaremos su víbrato y su capacidad de repentización en la fina oratoria. Pero sobre todo lamentaremos el no haberle dado la oportunidad a un hombre de las calidades y la sensibilidad social como lo era Horacio Serpa Uribe.

Horacio Serpa deja un vacío en el liderazgo regional, en el que no vemos remplazo cercano pues tallar la altura y estructura de un personaje de estos quilates no es fácil, menos si la mística y experiencia, vienen siendo cambiados por los artilugios que el dinero, incluso el mal habido, entrega a quienes llenos de latones dorados quieren impresionar. Ojalá los santandereanos reaccionemos y no permitamos seguir retrocediendo regionalmente, pues hace rato fuimos excluidos de la participación política nacional y nos quedamos  sin representantes de talla nacional. 

Hoy, la partida de Horacio Serpa, no sólo saca a flote la tristeza, sino además la frustración, de no entender por qué se priva a hombres preparados, con experiencia y vocación de dirigir un país que reclama a gritos personas de verdaderos idearios sociales y no fantoches de ocasión. Puedo afirmar sin temor a equivocarme, para el país y para el liberalismo muere Horacio Serpa, el último de los Mohicanos.

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