Terminan cuatro largos años de promesas e intenciones, sin embargo hay problemas que afectan la tranquilidad ciudadana y que son ignorados por todas las autoridades y, por tal motivo es preciso comentar la situación crítica generada por personas que derivan su sustento a la fuerza, limpiando los vidrios de los vehículos.
No es momento de volvernos trascendentales y pensar que “pobrecitos” puesto que esas personas, principalmente de sexo masculino, no les importa que ese chorro de agua jabonosa se seca en pocos minutos y es cuando aparece la mancha en la pintura del automotor. Además, poco o nada les interesa que el auto esté totalmente limpio, porque ellos saben que logran una moneda y ahí está la causa de su exponencial crecimiento.
Pareciera que en nuestro país se estuviera volviendo una costumbre, pagar para no ser objeto del daño en la propiedad y este es el caso. Todos tenemos la culpa del problema porque en algún momento hemos entregado una moneda y esos fulanos, saben perfectamente que es un negocio rentable en su proporción, porque solo requieren un cepillo, una bolsa de jabón y agua de la que sea para iniciar desde muy tempranas horas la tortura ciudadana.
La pregunta sería: ¿Y la Policía Nacional ha hecho algo al respecto? ¿Se han tomado correctivos para que personas locales y extranjeras, no intimiden a los conductores que no les entregan dinero por algo que no se les ha solicitado? ¿Será que el alcalde saliente le impone condecoraciones a la Comandante por los servicios prestados, así no se tengan indicadores de resultados que debieran entregar y evidenciar los responsables de la seguridad en la ciudad? ¿Tendremos Secretarías de Gobierno y de Seguridad Ciudadana con los “calzones bien puestos” para que evalúen esos y muchos otros casos de irregularidades que se suceden en la ciudad, con el desgastado cuento que debemos ayudar?
El asunto no es difícil de solucionar, puesto que basta la advertencia de los uniformados a estas personas, para que en caso de recibir denuncias por frecuentes abusos, se ordene su retiro del sitio por uno o dos meses, de tal manera que sean ellos mismos lo que corran la voz y se acostumbren a respetar a los conductores. Es importante aclarar, que no se trata de animadversión hacia esa población, pero si debe quedar claro que la ciudadanía se agota del abuso en su contra y de la ausencia de autoridad, que desde hace años no se siente en la ciudad y de ahí el crecimiento de los problemas.
Con respecto a la situación de la movilidad, ni hablar. Anarquía total que se desprende de la nula cultura ciudadana que ignora la normas en la materia y además, un laxo convenio con la Policía Nacional que debe ser revisado muy juiciosamente por la nueva administración, en el entendido que soy partidario de la conformación de un importante grupo de agentes de tránsito, debidamente seleccionados y formados para tal fin y que en un mediano plazo, desplacen esa inoperante presencia policial. Mientras tanto, llenarnos de paciencia para soportar el abuso de los limpiavidrios.