Como era de esperarse, después de las elecciones del pasado 25 de octubre, la opinión pública y los medios de comunicación se han dedicado a decir lo mismo de siempre sobre los resultados en Cúcuta. Se ha dicho que ganó la corrupción, el clientelismo, la mafia, etc., en fin, nada nuevo.
Por ende, propongo que nos detengamos a mirar con un poco más de análisis estos resultados, y nos demos cuenta de que si hubo un poco de conciencia en los cucuteños a la hora de elegir su alcalde.
Para comenzar, debemos ser sinceros en admitir que ninguno de los tres candidatos con más probabilidades de ganar representaba una forma distinta de hacer política. Ni Carlos Luna, ni Jorge Acevedo, ni César Rojas tenían detrás un equipo político sustancialmente diferente.
Sus equipos y forma de hacer campaña se basaban en las mismas prácticas políticas de siempre, ninguno de ellos pertenecía a algún movimiento de ciudadanos realmente independiente, o algún grupo consolidado de empresarios serios como los hubo en otras ciudades del país.
Adicionalmente, las tres campañas contaron con miles de millones de pesos disponibles para gastar en las últimas semanas antes de las elecciones, quizás algunos contaron con más recursos que otros, pero en general el dinero no fue problema para ninguno.
Por ello, se podría decir que en términos generales, los tres candidatos tenían las mismas herramientas para ganar. Entonces, surge la pregunta elemental, ¿Si los tres candidatos tenían plata y la misma forma de hacer política, que tenía la campaña de César Rojas que lo hizo el ganador?
Desde mi punto vista, fue la imagen el factor determinante. Miremos a cada candidato desde la perspectiva del ciudadano que vota.
Carlos Luna era el candidato apoyado por la mayoría de congresistas de Norte de Santander, y además contaba con el respaldo de William Villamizar, el principal cacique electoral de la región.
No obstante, Carlos Luna era un personaje nuevo en política y muy poco populista, cuando sabemos que en Cúcuta el populismo es requisito para ganar la alcaldía. Trató de venderse como un candidato empresario, pero en realidad no representaba a ningún gremio en particular.
Jorge Acevedo era el candidato de moda, joven, carismático y tocaba el acordeón. Se vendió como una opción nueva a los demás, y logró obtener el aval de Cambio Radical y el respaldo del Centro Democrático para darle fuerza a su candidatura. Por varias semanas, muchos pensamos que por las encuestas iba a ser el ganador. Pero su popularidad no fue suficiente para derrotar a la buena imagen de Ramiro Suárez en Cúcuta, y César Rojas le ganó por 15 mil votos de diferencia.
César Rojas era el candidato de Ramiro Suárez. Sólo eso fue necesario. A pesar de toda la mala publicidad que se le hizo a César Rojas por su alianza con Ramiro, incluyendo las declaraciones de la senadora Claudia López, la sociedad cucuteña es permisiva con Ramiro y votaron fielmente por su candidato. Y este es el punto al que quería llegar, la gente quiere a Ramiro porque es un líder popular y es percibido como un ejecutor de obras. Es decir, los cucuteños le recibimos pan y circo a los tres candidatos, pero la mayoría votó por el que a conciencia creyeron que era lo mejor para ciudad. En otras palabras, se podría decir que estos son votos de opinión a “medias”.
Es cierto que tener unos electores permisivos con el pasado judicial de Ramiro Suarez no es el ideal, pero por lo menos, estamos viendo que los ciudadanos no se venden simplemente al mejor postor, hay un componente de voto de opinión muy importante y que puede ser decisivo para campañas en el futuro. Esto es algo que ya se ve en otras ciudades. Por ejemplo, en Bucaramanga ganó el constructor Rodolfo Hernández, un hombre con la chequera, la visión y la sagacidad necesaria para ganar las elecciones a la alcaldía. Hernández era un candidato independiente que entendió que debía analizar al consumidor electoral, y por eso, su estrategia consistió en hacer propuestas a través del diálogo con la ciudadanía y los expertos en cada tema. Es más, se arriesgó a manejar un lenguaje populista en sus propuestas al final de su campaña y así asegurar la victoria.
En conclusión, es mejor que no sigamos lamentándonos con los resultados de cada elección, entendamos la forma de votar de los cucuteños a través de ellos. Yo creo que hay un voto de opinión a “medias” (pero de opinión finalmente) con el que futuras campañas independientes pueden trabajar. Como lo he dicho en pasadas oportunidades, tengo fe en que los gremios inconformes con la situación de nuestra ciudad se le midan a esta tarea y ganen elecciones. Las maquinarias tradicionales no son invencibles, está demostrado.