Hace exactamente un mes el señor presidente de la República, desde un lugar de Cali rebautizado Puerto Resistencia, y ante la Minga indígena trasteada en camiones desde las montañas del Cauca, abrió la posibilidad de convocar una Asamblea Nacional Constituyente, porque “no lo dejan gobernar”. Sus palabras: “Una posibilidad de un gobierno electo popularmente, en medio de este Estado y bajo la Constitución de Colombia, no puede aplicar la Constitución porque lo rodean para no aplicarla, entonces Colombia tiene que ir a una Asamblea Nacional Constituyente”.
Durante el transcurso de este mes mucho se ha escrito y comentado al respecto. Algún columnista en este medio preguntó que, ¿cuál era el problema, si esa figura estaba consagrada en la Constitución? Es cierto. El problema es quién y para que la va a usar. Un tema seguro que viene a la mente es el de la reelección presidencial, limitada o indefinida. Actualmente la reelección presidencial no existe en Colombia. Por ello llama la atención el saludo del presidente de la República, en reciente reunión de alcaldes en Bogotá, al excandidato presidencial Federico Gutiérrez, actual alcalde de Medellín: “¿Quihubo, Fico? Nos vemos en la otra campaña”. Es decir, la presidencial del 2026. Surge la pregunta, ¿por qué el primer magistrado de la Nación está seguro que podrá competir en esa contienda? Además, otro tema de no menor cuantía, ahora que se habla de una reforma tributaria para 2025, se imagina el lector que el Ejecutivo, vía constituyente, ya tenga atrapadas las otras ramas del poder público, y con tamaño poder utilice el instrumento jurídico de las leyes tributarias para socavar la economía.
Es elemental saber que cuando el Congreso tramita leyes, ejerce una función legislativa; y cuando tramita reformas constitucionales, ejerce una función constituyente. Pero el señor presidente parece que no está en esa línea. Él está ranchado en el llamado poder constituyente, porque cree que lo exime de trámites previstos en la Carta, siendo que la Nación ya está formada, y, es de prever, procederá vía decreto. En esa aventura lo acompañarán lo que queda del Pacto Histórico y a la fuerza la minga indígena. Lo cierto es que ya no se puede hablar de “todos”, porque la desbandada es desconcertante luego del desencanto, inclusive, en sus propias filas. El señor presidente no tiene, ya cercano a la mitad de su mandato presidencial, las mayorías que lo acompañaron inicialmente, y ello hace que la convocatoria a dicha Asamblea Constituyente sea inoportuna e inviable.
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El pasado jueves celebramos el centenario del natalicio de don José Antonio Tolosa Cáceres, recordado secretario perpetuo de la Academia de Historia de Norte de Santander. Recuerdo que días después de su fallecimiento escribí algo de su vocabulario que siempre lo caracterizó: “Aún retumban en el Salón Santander de la Academia de Historia sus condenas justificadas a los «requeñequeros», aquellos burócratas que inventan trabas (requeñeques) para que un trámite legal no avance; y los «relumbrones», personas “de más apariencia que calidad”, como los define el DRAE”. José Antonio Tolosa Cáceres: abril 11 de 1924 - abril 11 de 2024.
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