Después de unas fiestas siempre surgen interrogantes: ¿debe una ciudad hacer unas ferias mientras sus calles están en tan alto nivel de deterioro? Muchos dirán algo así como, que columnista tan aburrido, que se hagan las fiestas, al fin y al cabo se trata de pasarla bien, y muchos lo hicieron. Otro, ¿Cuánto gastaron la alcaldía y la gobernación en estas ferias? La información preliminar habla no solo de grandes sumas, hubo gastos en exceso, cercanas al derroche como nunca antes había tenido la ciudad. ¿Y cuál fue el trasfondo de tanto derroche, se preguntan muchos? Sin duda toda ciudad tiene derecho a hacer sus fiestas, es parte de su patrimonio cultural, es parte de su vida; recuerdo hace muchos años en Alemania unas fiestas en la ciudad de Colonia en las que además del colorido y la alegría, lo que más me impresionó fue al final del recorrido, un grupo de aseo de la ciudad que de manera inmediata – al fin y al cabo alemanes -, al final de los últimos quienes estaban desfilando, barrían y limpiaban la ciudad, y 10 minutos después no había vestigio alguno de las fiestas.
Cuando hay derroche de recursos públicos y más si se trata de unas fiestas, hay que pensar en una buena organización, de tal forma que no terminen afectando la ciudad; La semana pasada Cúcuta se convirtió en un absoluto caos, la circulación se afectó, hubo trayectos que normalmente que se hacen en minutos, se volvieron imposibles. Según Fenalco la semana pasada hubo una afectación altísima que tuvieron los comerciantes formales. La gente no se podía movilizar. Contrariamente los grandes ganadores de la semana pasada fueron los informales, lo que normalmente ocurre. De hecho, recuerdo en mis épocas de estudiante de colegio, en los años setenta Cúcuta ya había tenido ferias y fiestas, y hasta donde recuerdo, tuvieron que acabarse por ese desorden y caos, seguramente por esos años no con tanto derroche de recursos de la alcaldía.
Surgen además de las preguntas ya formuladas, inevitablemente surgen interrogantes sobre como van los temas de la ciudad y el departamento. ¿Cómo va Cúcuta en estos momentos a ocho meses de administración? De la administración de la ciudad el cambio aún no se percibe. Se esperaba que en estos primeros meses otra actitud, más contundencia, más coherencia para afrontar los graves problemas de ciudad – ni siquiera hay coherencia en materia de tránsito para que los semáforos tengan continuidad-, en donde si bien la recuperación de la ciudad es muy compleja por sus propios problemas, y ahora sumados con una situación social y económica de una frontera que aún no logra recuperarse, y menos aún con lo que está sucediendo con las fallidas elecciones de Venezuela. Este resultado no indica que la alcaldía no es que no pueda hacer ferias si no es exitosa su administración. Ante todo era haberlas hecho bien, hasta el extremo que algunos no dejan de cuestionar la realidad de tanto derroche de recursos, de dónde salieron, porqué tantos, cuando la falencia de la ciudad en otros campos es manifiesta.
Las ferias de una ciudad son la expresión cultural de la misma, muestra lo que es una comunidad, y si de eso se trata, con el desorden y caos que hubo en las que la informalidad desordenada y sin control alguno que vivió Cúcuta fue lo que primó, no habla bien de nosotros. Colombia tiene ferias con trayectoria y organización que tienen reconocimiento incluso internacional, como los silleteros en Medellín, o el carnaval de Barranquilla, pero ante todo la organización. ¿Será que esa cultura del desorden, de que en Cúcuta el todo vale es la que prevalece?
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