Hace 4 meses y 20 días escribí sobre la cultura de la valorización, y recomendaba un libro: La Biografía de Virgilio Barco Vargas, que en varios capítulos dispersos, contiene lecciones y filosofía de la cultura de la valorización. No supe cuántos concejales y funcionarios públicos la comprarían, pues quedaban muy pocos volúmenes disponibles en la librería “Panamericana”. El presidente Barco Vargas, fue tal vez el colombiano más experto en este tema. La utilizó para modernizar y cambiar totalmente a Bogotá a partir de 1966, vale decir, hace 52 años. No sobra agregar que la Ley que la creó, data de 1921 y contiene un error corregido por la jurisprudencia, pues la llamó impuesto.
Nosotros sacamos pecho con nuestros puentes elevados y el bello Round Point Arnulfo Briceño, decimos que al fin fuimos ciudad; utilizamos transitoriamente la valorización en la administración de Ramiro Suárez Corzo.
Ya pagamos las obras con la contribución, y como la Constitución Política y las políticas de planeación cada día reducen más el “pedigüeñismo”, el futuro será, quieran o no, con valorización. Por ello, hay que mantener FONDOVA.
Digo que es de sabios rectificar. No tiene sentido que una ciudad capital de departamento, con una población cercana a los 800.000 habitantes, esté retrasada en esta contribución 97 años, que solo la descubrió con Ramiro hace 12 años y la van a borrar de un plumazo. Hay que rectificar, reducir esa oficina al estilo Turbay, “a sus justas proporciones”, dejando solo el personal técnico necesario, unos 8 profesionales.
Además, es un pretexto para institucionalizar ese segmento de la administración mediante una reforma. La Oficina o Dirección de Planeación debe dedicarse únicamente a lo suyo. Y crear el Instituto de Desarrollo Urbano, dependencia directa del despacho del señor alcalde, que contendría al Fondo de Valorización con su consejo directivo, su Control Interno y su oficina Jurídica y de Planeación. Alguna vez lo propuse cuando pretendía ser alcalde por el Partido Conservador en el debate pasado. De paso revisamos el organigrama de Donna, que le quedó muy mal hecho, pues colocaba los cardenales debajo de los monaguillos.
Sí, hay que mantener FONDOVA pero “bien craneado” como dicen los universitarios y recuperar los 97 años de atraso. Porque es que el “pedigüeñismo” se acabó. Fuimos una ciudad parásita, que las grandes obras urbanas nos las hacía La Nación.
¿Recuerdan? En los años cincuenta Rojas Pinilla nos hizo la primera avenida de doble calzada con su nombre y un “Coliseo Basketero”, que nosotros, ingratos siempre, le cambiamos el nombre. Iniciando los sesenta, Lleras Camargo y Barco Vargas cortaron los cerros de Sevilla y nos prolongaron la avenida Rojas Pinilla en doble calzada y ahí nació Atalaya y sus 52 barriadas, la avenida siguió asfaltada hasta El Zulia y el municipio no puso un centavo. Luego Lleras y Barco miraron al oriente y de un “tajazo” rompieron los cerros y nos regalaron la prolongación de la avenida Rojas Pinilla con doble calzada hasta Venezuela. El municipio no puso un peso. En los años setenta Pastrana el Grande y Argelino Durán, nos regalaron otra avenida de 8 kilómetros que denominamos “Libertadores” y el municipio no puso un peso. Antes nos prestaron dinero de créditos internacionales que pagó la Nación y realizamos colectores y plantas de tratamiento y el municipio no puso un peso. ¡Ah!, pues ese paseo pedigüeño se acabó, ahora todo será con valorización.