Muchos analistas coinciden en que Donald Trump se mantiene como el personaje central de la economía mundial en 2025. Sin embargo, en su propia casa, las encuestas de Gallup revelan que solo el 36% de los ciudadanos estadounidenses avala su gestión económica. El descontento ciudadano es notable, una olla a presión que el presidente intenta desactivar. Ante este panorama, el presidente Trump se defiende con su estrategia habitual: culpa a los demócratas de haber dejado un terreno baldío y asegura que su administración está trabajando para sembrar prosperidad donde él, según sus palabras, "heredó un desastre".
En el ámbito de la política exterior, el presidente estadounidense ha utilizado la política arancelaria como su principal arma de caballería para intentar doblegar a sus adversarios. No obstante, esta táctica parece haber generado resultados contrarios a los esperados, obligándolo a dar marcha atrás. El caso más notorio es el de China, con quien tuvo que negociar, bajando los aranceles del 150% al 10%. Esto lo dejó en una posición de aparente debilidad ante el panorama internacional.
En medio de estas negociaciones, surgió un aparente acercamiento con el presidente venezolano, Nicolás Maduro. Tras un contacto telefónico, el diálogo se rompió abruptamente debido a las firmes exigencias del mandatario venezolano.
Luego de esta ruptura, Trump desató una ráfaga de amenazas contra Caracas, repitiendo continuamente que los días de Maduro estaban contados. Pese a la retórica incendiaria, el tiempo corre. El plazo que, al parecer, dio Trump tras aquella llamada venció el pasado 5 de diciembre y "no pasó nada". Esto ha generado un notorio desánimo e inconformismo entre su círculo de apoyo, según el asesor de seguridad, Luis Rodolfo Quiñones.
Según Quiñones, los análisis militares más recientes proyectan un costo humano elevadísimo: alrededor de 1.500 bajas para el ejército estadounidense y unas 20.000 para las fuerzas venezolanas. Este doloroso pronóstico es, al parecer, el freno de mano que ha llevado a Trump a evitar un ataque directo. Aun así, entre quienes rodean al mandatario americano, prima también la preocupación por el sufrimiento de los muchachos que esperan en las embarcaciones.
Para el asesor Quiñones, el ataque militar sigue siendo inminente. El detonante político no es un secreto: tras recibir el premio María Corina Machado, se espera que la dirigente se desplace a Venezuela para juramentarse como vicepresidenta, acompañada del presidente electo, Edmundo González, quien ya fue investido en España. Los asesores de Trump aseguran contar con un apoyo masivo del 85% de la fuerza militar venezolana.
Mientras el mundo contiene la respiración, los vecinos del país objetivo –Colombia, entre ellos– están sumidos en la máxima expectativa.
¿Qué sucede con los aliados de Venezuela? Maduro afirma que Putin le ha ofrecido respaldo total. China, por su parte, se mantiene cautelosa. Sin un compromiso explícito, Beijing envió un mensaje ineludible y espectacular: la iluminación del cielo de Chongqing con 11.787 drones, formando imágenes de ciudades flotantes, montañas y flores. Esta exhibición de tecnología masiva, virtualmente imposible de imitar, es una carta abierta que el gobierno de Donald Trump deberá interpretar con mucho cuidado.
La preocupación es latente: ojalá que el juego de poder no desate una guerra cuyas consecuencias y estragos terminen afectando a toda la vecindad.
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