El llamado Pacto por el Crédito que ha venido siendo impulsado por la Asobancaria junto con las entidades del gobierno comprometidas con el tema, será una oportunidad que esperamos pueda dar los frutos esperados.
Los indicadores del sector han estado permanentemente golpeados, como consecuencia de caídas cercanas al 50%, lo que significa que un renglón tan neurálgico de la economía haya sufrido consecuencias lamentables, pues no solo se trata de la falta de oferta en materia de soluciones de vivienda, sino la caída del empleo en ese sector que cobija en buena parte a la mano de obra no calificada, que es a su vez la más necesitada.
Lo que viene ahora, debe enmarcarse dentro de un cronograma que requiere el examen permanente de las entidades involucradas, para que se puedan subsanar de manera pronta todos los inconvenientes que se puedan presentar.
Y en medio de todo, es necesario advertir sobre la cuantificación de los recursos de que van a disponer las entidades financieras para tal objetivo, las partidas presupuestales que va a poner a disposición el ministerio de Vivienda para los programas de subsidio, y en todo caso, definir muy bien el tema de las tasas de interés para este sector, en donde el Banco de la República deberá entender que la financiación de vivienda no puede estar atada a una directriz general del crédito, que pretenda reducir las posibilidades de inflación, sino que es necesario establecer un tratamiento diferencial, para que los bancos tengan un margen de maniobra que les permita ofrecer una tasa diferente a lo que significa el crédito de consumo.
Una tasa de interés alta previene al potencial usuario, lo aleja de las posibilidades y lo conduce a pensar en una oportunidad posterior, que pueda estar en condiciones de atender dentro de un menor costo financiero. Por el contrario, una tasa baja, se presenta como una oportunidad, y constituye un gran aliciente para el potencial comprador.
Con las cifras del comportamiento del sector, es posible observar una apreciable represión en lo que significa la cantidad de familias que poseen techo propio, lo cual hace pensar en el diseño de políticas muy dinámicas que permitan esa rectificación de las cifras y que sea posible alcanzar el objetivo dentro de un plazo relativamente corto.
Un impulso apreciable en la construcción de vivienda, significaría también una oportunidad para impulsar el indicador de empleo, que según las últimas cifras del Dane, se ha estancado.
Y dentro de todo ello, es necesario definir un panorama claro, sin sobresaltos, que permita ponerse en práctica sin amenazas de ninguna clase, para que un nivel de confianza alto, consolide de una vez por todas el futuro del sector.
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