El que calla otorga, dice una vieja sentencia popular. Lo cual quiere decir que, ante los hechos se guarda silencio dándoles una licenciosa aprobación aun siendo contrarios a la evidencia. En el caso venezolano está claro para todos que los resultados de las elecciones presidenciales son un gigantesco fraude, así lo reconoce la mayoría de los venezolanos y los observadores internacionales. Eso hay que decirlo con la suficiente firmeza porque las pruebas saltan a la vista y son irrefutables.
Las manifestaciones populares para reclamar la victoria del ganador legítimo, el candidato de la oposición Edmundo Gonzales, han servido para que la represión contra quienes alzan su voz para reclamar que se haga justicia, sea la principal respuesta de un gobierno que usa la fuerza para aferrarse a una falacia ad populum porque no puede probar que las cifras emitidas por el Consejo Electoral y respaldadas por el Tribunal de Justicia son reales, todo lo contrario, son un burdo invento.
No hacerse sentir con rigor en contra y rechazar las maniobras orquestadas desde el palacio presidencial de Miraflores, es sin duda la aprobación de esos actos, como lo han hecho hasta ahora los gobiernos que con apego ideológico no expresan su opinión adversa frente al reinante Nicolás Maduro; entre quienes se cuenta Gustavo Petro y han querido solucionar la crisis proponiendo soluciones inútiles, tales como realizar nuevas elecciones para dirimir el conflicto actual originado al no reconocer los resultados ciertos de la elección del pasado 28 de julio por parte del estamento oficial.
Está claro que la casta gobernante en Venezuela junto a Nicolás Maduro sabe de la derrota electoral y los ha llevado a infringir la ley deteniendo a personas que no han cometido delitos, solo se atreven a levantar su voz para protestar ante el fraude, entre ellos jóvenes y dirigentes reconocidos de la oposición. Las amenazas de crear nuevas cárceles y llevar allí a quienes disientan ha sido la respuesta del presidente y de quienes lo acompañan.
La más reciente versión del canciller Yvan Gil afirma que bandas de delincuentes se habrían aliado con la oposición para gestar un golpe violento contra Maduro, el mismo grupo del cual había dicho hace poco que se trataba de un invento de los medios de comunicación. Otro alfil de Maduro, el fiscal Tarek Saab ahora sale con que María Corina Machado es responsable de crímenes derivados de las protestas gestando una guerra híbrida, cuando en realidad el uso de tácticas que combinan el uso de la fuerza militar con otros elementos proviene del mismo gobierno.
Si el silencio otorga aprobación al fraude y no desconoce un gobierno de izquierda, como lo hace el presidente de Colombia, por su parte el presidente chileno Gabriel Boric da una señal clara de diáfana objetividad “El régimen de Maduro obviamente acoge con entusiasmo su sentencia que estará signada por la infamia. No hay duda que estamos frente a una dictadura que falsea elecciones, reprime al que piensa distinto y es indiferente ante el exilio más grande del mundo solo comparable con el de Siria producto de una guerra. He visto a los ojos a miles de venezolanos que claman democracia su patria y que hoy reciben un nuevo portazo”. Más claro no canta el gallo.
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