Para analistas y comunicadores es inevitable participar en las cábalas de lo que será el futuro de la política, dado que en el 2022 habrá elecciones presidenciales. La escogencia del nuevo presidente se tiene como lo fundamental.
Es preciso reflexionar sobre lo que casi todo el mundo afirma en el sentido de que hay candidatos con ideologías de derecha, de centro y de izquierda, y algunos matices según se les asignen posiciones extremas. ¿Eso es verdad?
La primera referencia a la oposición entre Derecha e Izquierda surgió en la Asamblea Nacional Francesa de 1789, donde los partidarios del Poder Real de vetar la Constitución se ubicaron a la derecha del presidente de la Asamblea, (el clero y la nobleza), y los que se les oponían (los patriotas), a su izquierda. Esa distinción por el sitio en que se ubicaban unos y otros ha trascendido con todo tipo de interpretaciones.
En general, el socialismo se ha considerado de izquierda por sus postulados populares, pero en su nombre se han apoderado de varios países unos déspotas que aniquilaron la democracia. Son los casos de José Stalin, Fidel Castro, Daniel Ortega y Hugo Chávez para citar a unos pocos. ¿Qué diferencia tienen ellos con Hitler, Pinochet, Leonidas Trujillo o Stroessner catalogados de derechistas que, igualmente, sojuzgaron a sus pueblos?
Para nuestro caso, afirmar que hay una competencia entre derecha, centro e izquierda es una falacia porque los diversos candidatos no han expuesto un pensamiento ideológico propio. Con sus promesas generales se puede asegurar que todos pertenecen a la misma corriente. Si se quisiera auscultar sus ideas, habría que preguntar, por lo menos, con cuál líder universal se identifica cada uno.
No caigo en la ironía de sugerir la simpatía de los candidatos con personajes conocidos, pero se puede deducir su manera de gobernar de lo que algunos de ellos han hecho en el pasado. Por ejemplo, Sergio Fajardo fue gobernador de Antioquia y alcalde de Medellín. Gustavo Petro fue alcalde de Bogotá. Carlos Homes Trujillo ha sido alto funcionario en muchas ocasiones. Martha Lucía Ramírez, también. El senador Robledo ha sido congresista por décadas, y Dilian Francisca Toro, fue gobernadora y congresista, etc.
Cuando se habla de alianzas para buscar un candidato, el asunto es más confuso. ¿Todos los que se unen lo hacen por una coincidencia ideológica? Y, ¿si se llegare a una segunda vuelta, las fuerzas que se agrupan en las dos candidaturas en disputa, también?
Es mejor llamar a las cosas por su nombre. En Colombia, pocas veces se han presentado candidaturas presidenciales con claras diferencias doctrinarias. Generalmente se impone un líder que recoge a seguidores de diversas militancias políticas; o, a lo sumo, se convoca a los electores desde uno de los partidos políticos en juego, que prácticamente no se diferencian en nada. Lo que tenemos hoy es, simplemente, una discusión electoral.
Nota: Hago llegar a mis lectores mis deseos por unas festividades decembrinas plenas de salud y alegría.
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