Del 2004 hasta hoy, resulta inverosímil, pero en 15 años han sido alcaldes de Cúcuta 10 personajes extraídos de nuestra dirigencia política y privada- una inflación de alcaldes- dijo alguien-, incluido Ramiro Suárez Corzo.
Vean: Jorge Enrique Pinzón Dueñas, Gustavo Villasmil Quintero, Néstor Pacheco, Jairo Jaramillo Matiz, Marco Aurelio Peñaranda, Manuel Alberto Luna, María Eugenia Riascos, Donnamaris Ramírez Lobo y varios de ellos han sido investigados y procesados por delitos contra el patrimonio público- corrupción-, pero al único que no lo ha sido por esa causa ha sido Ramiro Suárez Corzo.
Su proceso fallado por los magistrados del cartel de la toga; fue por paramilitarismo, una sindicación variable que deberá decidir la JEP.
Paradójico, pues los de la escandola contra la corrupción, son los candidatos a la Alcaldía de Cúcuta que más procesos tienen en la fiscalía y los otros controles, por peculado en todas las modalidades, usurpación de funciones públicas, falsedad y otras hierbas
Pero en estos 15 años, los hechos predicables por corrupción a otros burgomaestres municipales, los fueron acumulando, amasando, horneando los motejaron de corrupción y se los trasladaron al que estaba preso por otra causa absolutamente diferente. Y Fabricaron con manifiesta mala fe, el “síndrome de la picota”, por el sitio de la retención, que, además, lo utilizan según su inescrupulosa conveniencia.
El otro día escribí en esta columna sobre los síndromes que nos aquejan en esta ciudad de Dios. Síndrome decíamos que conforme a la RAE es un conjunto de fenómenos que concurren con otros y que caracterizan una determinada situación.
Y claro está, se dio la situación electoral y el todo vale. Y se dieron muchos fenómenos acumulados entre ellos mismos. Concejales prevaricadores que aprueban acuerdos a sabiendas de su ilegalidad. Que saben desde tiempos inmemoriales que casi todas las difíciles circunstancias del municipio de Cúcuta, fueron aprobadas por ellos mismos y hoy aspiran a regir sus destinos. ¿Habrase visto?
Y a la situación electoral que define la RAE, le aparecieron el conjunto de fenómenos que concurren con otros; la atomización der los partidos políticos, de los movimientos de opinión, el tráfico de los avales, la alianzas y las coaliciones, el temible Umbral y la cifra repartidora, el dinero fácil, el sucio y el feo, la falta de imaginación, la falta de conocimientos públicos, la ausencia de las realidad comunal, que los candidatos resumen en una palabra y hacen la “Cantata contra la Corrupción”.
Aturdido por esa cantata, recorrí algunos despachos de la Fiscalía y encontré varios radicados contra los de la cantata y ninguno contra Jorge Acevedo. En los otros controles un disciplinario.
Una clase política y privada, que no ha logrado superar en 15 años, un síndrome que fabricó perversamente sobre rumores que no tuvo el valor de denunciar, si fuera cierto, es una clase de anclaje en la medianía. Y la Gerencia Pública moderna y competitiva es para gerenciar el presente y el futuro.
Pero el ex alcalde nunca fue condenado por corrupción, sino por paramilitarismo por el cartel de la toga, y su proceso será revisado por la JEP.
Adenda: Y que gane la democracia con todas las imperfecciones regionales y locales, mientras los ideólogos se inventan un sistema diferente.