Esta semana que termina ha tenido varios momentos significativos en mi vida personal y en la vida de Norte de Santander. Llevamos 10 días en el proceso de elección del nuevo rector de la Universidad de Pamplona, que tienen una gran importancia, ya que se está en busca de quien dirige el destino de 30 mil personas directas y el impacto en investigación e innovación para toda una región del país.
Esta semana se realiza la consulta y queda en manos del honorable Consejo Superior. Inicio con este tema, dada la importancia de sus programas académicos y la misión rectoral enfocada hacia la paz.
Nuestro departamento está en medio de muchas crisis; la migración y la frontera, el desplazamiento forzado, la lucha contra el tráfico de drogas y el lavado de activos, el más grande de la región occidental. También se debe mencionar el recrudecimiento del conflicto armado y el anhelo que tienen nuestros ciudadanos de que la paz se sienta en el territorio.
Tras este panorama se realizó la tercera sesión del Consejo Departamental de Paz, Reconciliación y Convivencia. Allí, todos al unísono solicitaron garantías verdaderas e intenciones reales de parte de los actores armados para que hagan una tregua inmediata, liberen los secuestrados, no instalen minas antipersona y explosivos, y detengan de manera expedita el reclutamiento de niños y niñas para la guerra.
Estos son los mínimos humanitarios que la sociedad civil está exigiendo a las mesas de diálogo. De la misma manera, estamos acercándonos a las nuevas mesas de gestores de paz, con lo que en su momento fueron los grupos paramilitares, para que entreguen su versión sobre la verdad de los hechos, se haga eminente justicia y por supuesto, se dé, una vez por todas, la reparación y las garantías de no repetición que tanto necesitamos.
Ellos se comprometieron con lo anterior, sin embargo, un tema muy duro de tratar fue la entrega de las coordenadas de las fosas donde están los cuerpos de los desaparecidos; las familias deben tener el derecho a la verdad y a la dignidad de volver a encontrarse con sus seres.
De ahí volamos a Bogotá a reunirnos con el Consejo Nacional de Paz, donde están avanzando con las mesas de negociación y conmemorando los 8 años de la firma del acuerdo de la Habana Cuba y de Bogotá con las FARC - EP, que está pasando en esta realidad de país y lo que falta por implementar. Los datos no son los mejores, el conflicto se creció y aumenta en más municipios de Colombia, la muerte no termina su tarea y los colombianos seguimos sometidos a la violencia y estamos muy lejos de una pronta reconciliación.
Esa es la verdad, se avecinan elecciones que cambiarán o perpetuarán los rumbos del país; no hay confianza, no hay esperanza y sin estos valores primordiales, no se construye con piso firme.
Finalizamos la semana gracias a la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), entre otras, en una beca que me otorgaron para investigar el tema de tráfico de migrantes, niños y personas, con el auspicio de la Universidad de la Sabana, en Bogotá.
Allí, con un grupo de expertos colombianos e internacionales, realizamos simulacros sobre casos reales en el tráfico de personas y cómo este delito sigue en aumento, lamentablemente estando nuestra región en los primeros lugares. Esta ha sido una experiencia del más alto nivel y por supuesto, para entregarla a Norte de Santander. Así está finalizando el 2024. Doy gracias a Dios por cumplir, este viernes, un año más de vida al servicio de mi región, la que llevo en mi corazón.
Gracias por valorar La Opinión Digital. Suscríbete y disfruta de todos los contenidos y beneficios en https://bit.ly/SuscripcionesLaOpinion