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Columnistas
Contra la democracia
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Viernes, 8 de Mayo de 2015

Tengo miedo. Parece que existiera el propósito de acabar con la democracia en Colombia y llevarnos a una dictadura similar a las que le han chupado la sangre a otras naciones y que llegaron al poder aprovechando una  circunstancia que está ocurriendo aquí: la unión de muchas fuerzas que parecen empeñadas en acabar con lo que con tanto trabajo se ha construido desde el momento en que los patriotas derrotaron a los españoles en la batalla de Boyacá, ese tesoro que se llama el gobierno del pueblo y que está haciendo falta en muchas partes.

Muchos tememos que exista una especie de conspiración para llevarnos a una solución de fuerza, a pesar de que estamos acostumbrados a respetar las decisiones de la mayoría y el respeto a la institución instaurada por nuestros mayores, a pesar de todos los inconvenientes y las varias guerras civiles que tuvieron como escenario esta sufrida patria que no recibe el respeto que se merece por ser una de las más antiguas democracias del continente.

Pero cada día que pasa se unen distintas fuerzas que aunque no se han cohesionado formalmente si actúan como un solo hombre para lograr la destrucción de nuestra precaria organización administrativa, hoy en día acosada con tantos problemas que da la impresión de que como en la famosa obra de teatro, Fuenteovejuna, todos  una, quieren acabar con todo y construir un nuevo país donde no se respeten las ideas ajenas y se emprenda a palo contra quienes piensen diferente.   

Los síntomas de la anarquía son muchos y se repiten todos los días: la huelga de los maestros, los problemas en los hospitales, los requerimientos de los campesinos, las insatisfechas necesidades de los enfermos, las peticiones de los jueces, la inseguridad en el Transmilenio, la corrupción en muchos campos, la escasez de dinero en las arcas oficiales, el aumento de los impuestos, la ineptitud de muchos funcionarios, la falta de civismo, en fin, el despelote.

Lo más grave del panorama es la falta de dinero para atender todas le peticiones. Se necesitan por lo menos cuatro o cinco presupuestos nacionales para aumentar los sueldos, cancelar las deudas y pagarles pensiones e incrementos a los jueces y a los maestros.

Eso para no hablar de los campesinos y de los policías, que también están pidiendo dinero para no irse a la huelga. Justa, por decir lo menos, porque todos tenemos necesidades, deudas, hijos en los colegios y deseos de mejorar el nivel de vida, así algunos egoístas consideren que sólo ellos tienen derecho de progresar.   

Para agravar la situación, está el accionar de la guerrilla, que a pesar de los acercamientos con el gobierno sigue destruyendo los oleoductos, asesinando soldados y sembrando dudas sobre la seriedad de los diálogos en Cuba, que le han costado su popularidad al presidente Juan Manuel Santos, cuya aceptación parece, según encuesta, ladrillo en caída libre, bajando a velocidad supersónica.  

Santos se jugó su popularidad a la búsqueda de la paz y no ha tenido éxito hasta ahora, así su mayor contradictor, el expresidente Álvaro Uribe esté enredado en grave problema que no le he hecho mella a su popularidad, que sigue intacta a pesar de tener en la cárcel a ocho de sus alfiles. Otro hecho que parece demostrar que Colombia está madura para una dictadura, como lo estuvo Alemania en 1933 y Chile  en 1973. ¡Dios nos ayude!

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