“Cuando mezclas ignorancia y soberbia, obtienes una buena dosis de mediocridad” Anónimo.
Obviamente que no podemos seguir eligiendo concejales mediocres. A esa conclusión llegué desde la academia, cuando a los alumnos de la ESAP les enseñaba los controles públicos en la Teoría de las organizaciones. El tiempo de los créditos académicos lo realizaban los “chinos” con un ejercicio denominado “El taller de Kelssen”, buenísimo para aprender control de legalidad.
Creo que con los estudiantes, lo hicimos al 50% de los acuerdos municipales desde el 2005 al 2011, por cierto, los honorables concejales, los trataban muy mal cuando iban a pedir las copias para tal práctica.
Y descubrimos muchas cosas interesantes. Por ejemplo que las más importantes y vitales decisiones, que envuelven la vida de los cucuteños; están viciadas de nulidad. Sobreviven por la presunción de legalidad, porque los ciudadanos y los controles ni demandan, ni se quejan, ni piden con el Artículo 23 de la Constitución. Además en la ciudad los medios judiciales, y los de control ignoran flagrantemente el “imperium” de sus obligaciones de oficio, muy tranquilos porque nadie los acosa.
¿Sería injusto llamarlos mediocres en tan largo periodo? Pues no es injusto. Si a uno le advierten cotidianamente los errores que comete, y en tan largo tiempo, no corrige, no se inmuta, desafía la observación por simple soberbia y arrogancia, por no confesar su ignorancia y buscar la asesoría y los buenos consejos; pues que corra con todos los riesgos penales, disciplinarios y de control fiscal. La mediocridad tiene sus costos. Es lo elemental según la ley.
Hace cuatro años, antes que el Partido Conservador me negara el aval, para aspirar a ser Alcalde de Cúcuta, escribí ocho columnas como programa de gobierno, por la institucionalización del Municipio. Y una de las inquietudes contenidas, era la de Institucionalizar el Concejo, que aprueba sin estudio, sin análisis lo que le presentan, a sabiendas de las limitaciones de Dirección Jurídica de los municipios del Departamento.
Obviamente que ha habido alcaldes abogados, como el pasado, que no distinguen un prevaricato de una concusión.
Pues bien, una de las buenas investigaciones de los estudiantes, fue las relativas a los Acuerdos Municipales, que contenían Autorizaciones y Facultades precisas y pro-témpore a los Señores Alcaldes a la Luz del Artículo 313. 3 y de la Ley 136 de 1994.
Y descubrieron que grandes decisiones son absolutamente nulas, por ser tomadas cuando las facultades o autorizaciones estaban vencidas, o porque las tomaron con el soberbio y arrogante error de prorrogarlas contra el mandato constitucional, y el de varias leyes y de las reiteradas manifestaciones jurisprudenciales de la Corte Constitucional y del Honorable Consejo de Estado.
Pues no queremos tener más concejales de esa soberbia e ignorancia que trasuntan la mediocridad que estaba asentada. Además, aprobar ese tipo de acuerdos, creo a mi manera de pensar, pues no soy criminalista, que ello es un prevaricato monumental, que inhabilita y procesa.