Atentos al desarrollo que tiene la ciudad le habíamos hecho seguimiento a las obras de embellecimiento de la avenida Libertadores, específicamente en el separador en buena parte de su trayecto. Se oyeron críticas desde varios ángulos y por distintas razones, amén del atraso en su ejecución. La intención de la administración municipal anterior en cabeza del ingeniero Jairo Yáñez fue cambiarle la cara ofreciendo un paisaje más armónico con el entorno y convertirlo en una zona para el esparcimiento y aprovechamiento por quienes gustan y acuden al ejercicio callejero.
Cuando se dio por terminada la obra y brotaron los reductores de velocidad en ambas calzadas nos ocupamos de manifestar el inconformismo porque con esto se estaba alterando el tránsito por esta vía, tantos trancones hicieron difícil el desplazamiento para los vehículos y los pretendidos pasos peatonales no estaban siendo aprovechados, no cumplían con su objetivo. Las soluciones fueron cambiar la ruta y utilizar las vías del barrio San Luis, el Colsag y La Gran Colombia, logrando solo que el atasco se desplazara a otros sectores, sobre todo en las horas pico.
Ahora ocurrió que, sin que tengamos certeza cómo fueron las cosas, los reductores fueron retirados y la avenida adquirió de nuevo su carácter de vía rápida para los desplazamientos hacia y desde el norte de la ciudad. La comidilla ahora se centra y gira en torno a saber de dónde provino la orden para que esto ocurriera, que si fue desde el despacho de la alcaldía o si fueron otras personas que por cuenta propia se dieron a la tarea de retirar los obstáculos. Lo cierto es que hoy no están.
Este caso es un buen ejemplo de inadecuada planeación, de cambiar las cosas a último momento, de hacer proyectos que no contemplan todos los aspectos a tener en cuenta y terminan siendo contrarios a los objetivos que se trazaron al inicio. Construir y derrumbar luego hace que se pierdan dineros y se haga mal uso de los recursos del municipio que pueden ser escasos; son aspectos que se deben tener en cuenta cada vez que se emprendan obras públicas. Los ejemplos sobran, el puente Enrique Cuadros Corredor que fue construido en cinco años, estaba listo para su inauguración y a última hora tuvo que ser rediseñado para colocar las luminarias.
En el aspecto vial tenemos pendientes los intercambiadores de Pinar del Rio y de la calle 10 con la avenida Diagonal Santander, los cuales al presente son los cruces con mayor embotellamiento en las horas de alto flujo vehicular con las consiguientes dificultades para todo tipo de vehículos bien sean particulares o de otra procedencia. Del sistema de transporte público único para la ciudad no se sabe nada, ni se habla de ello.
Por ahora queda pendiente una solución razonable al inconveniente que tienen los peatones para acceder al separador de la Avenida Libertadores y pasearse por allí. Ya veremos qué tipo de remedio se ofrece, puentes peatonales o semáforos accionados por los mismos peatones. Este último parece más razonable y acorde con el paisaje. Esperemos también que cualquiera que sea llegue pronto.
jopabonl@gmail.com
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