No ha transcurrido un mes de la posesión de Jorge Acevedo como alcalde de Cúcuta y se percibe que hay un cambio, se aprecia que hay una nueva actitud de enfrentar los problemas de la ciudad. Cúcuta estuvo cuatro años sin alcalde, y con los graves problemas que tiene la ciudad y la frontera, sin duda que es un tiempo muy largo, excesivo en los que por esa sola pasividad no se puede administrar una ciudad.
El único resultado posible, sin duda que todos los problemas se agravaron en los últimos cuatro años. Para constatarlo, apenas era suficiente un breve recorrido por sus calles: el deterioro de la malla vial, los jóvenes a mediodía en la avenida cero consumiendo droga, el temor que genera cuando uno de ellos se acerca a pedir dinero, el caos del centro, las obras de las que solo se hacía publicidad, el engaño de los avisos luminosos en la diagonal Santander en los que se decía que Cúcuta es una ciudad de todos.
Lo más despreciable de la pasada administración, la manera como se burlaron de la ciudad con “supuestas obras” que dejaron más dudas que certezas sobre el manejo de los dineros públicos. Ese adefesio que nunca nadie entendió debajo del puente de San Mateo, o las “obras del Malecón”, pareciera que el diseño las hubiera hecho los Nule o Emilio Tapia desde alguna cárcel.
Cúcuta tiene alcalde y hay que rodear a Jorge Acevedo. Por estos días se escuchaba en la doble W una amenaza que recibiera, además otra a la comandante de policía, y esa sola amenaza muestra la gravedad de lo que vivimos. Cúcuta necesita rescatar su institucionalidad, su legitimidad, su seguridad, recupera aquella convivencia y ciudad apacible de otros años y por ello hay que rodear al alcalde. Frecuentemente me hago la reflexión, con amigos hablamos del tema, de quienes han sido buenos mandatarios en los últimos 35 años que tenemos elección popular de alcaldes.
Es un balance que arroja un saldo en rojo, muy pocos se salvan, o el resultado es aún peor, casi ninguno. Lastimosamente la historia de la alcaldía de Cúcuta en los últimos 35 años ha sido una larga historia con visos de comedia, con episodios de tragedia, otros que se les pasó los cuatro años con ideas delirantes, otros que terminaron presos, los líos judiciales de la mayoría, varios depreciados por la comunidad que se sintió engañada, y de paso una ciudad que merece mejor suerte. He sido profesor de posgrados en ciudades como Barranquilla, y termino felicitando a los estudiantes por la ciudad que tienen, por las posibilidades que muchos de sus mandatarios han logrado.
Ser alcalde de una ciudad es un honor, un voto de confianza que le da la ciudadanía a alguien, que enaltece a una persona y a una familia. Que le permite si hace las cosas bien, pasar a la historia. Jorge Acevedo en estos primeros días ha tratado de con valor de tomar medidas contra la inseguridad, de recuperar el espacio público; ojalá sea una actitud que persista, que se prolongue por muchos meses de su mandato, que tome medidas para la recuperación de la malla vial, de impulsar las obras que se dejaron de hacer, de propiciar y abrir nuevos canales binacionales comerciales y turísticos con un relanzamiento de la frontera con posibilidades de volver a ciudades como San Cristóbal y Mérida.
Son muchas las tareas pendientes y que deben hacerse, pensar y tener el optimismo que entre todos podemos construir la Cúcuta que nos merecemos.