Desde el Grupo de Investigación e Innovación en Ingenierías Aplicadas de la Universidad Simón Bolívar en Cúcuta, en colaboración con el grupo Smart Technologies de la Universidad Rovira i Virgili, de España, se desarrolla un proyecto que busca ayudar a las personas a comprender mejor su proceso de envejecimiento, tomar decisiones informadas sobre su salud y construir una visión más optimista y funcional de esta etapa de la vida.
Según Bernal, esto es posible gracias a la capacidad de modelar y predecir las trayectorias del envejecimiento a nivel individual usando herramientas como la inteligencia artificial(IA). La clave para esta revolución, según la investigación, está en el uso de tecnologías de vanguardia, específicamente en la aplicación de la inteligencia artificial, la estadística, las matemáticas y las ciencias de la salud, entre otras, para anticipar riesgos y personalizar las estrategias de prevención.
El proyecto propone un nuevo paradigma: pasar del tratamiento de la enfermedad a la gestión de la salud, con un enfoque complementario no centrado en la enfermedad.
“La importancia de este enfoque se entiende mejor al compararlo con el modelo biomédico tradicional. Históricamente, los sistemas de salud han funcionado de manera principalmente reactiva, es decir, actuando cuando ya aparecen los síntomas o la enfermedad está establecida. Este modelo ha sido fundamental y ha permitido grandes avances en el tratamiento de enfermedades agudas. Sin embargo, resulta menos adecuado frente al envejecimiento, que no es una condición puntual, sino un proceso continuo, complejo y multifactorial que va más allá de una sola patología”, sostuvo la profesora.
Esta limitación ha impulsado a organismos como la Organización Mundial de la Salud (OMS) a promover un cambio fundamental de perspectiva. El objetivo ya no es la ausencia de enfermedad, sino la promoción del “envejecimiento saludable”. Este se define como el proceso de fomentar y mantener la capacidad funcional que permite el bienestar en la vejez; es decir, la suma de las capacidades que facultan a una persona para ser y hacer aquello que considera valioso.
Tecnología con propósito
Lo novedoso de esta investigación es que utiliza inteligencia artificial para acompañar este proceso. A partir del análisis de datos sobre salud, estilo de vida y condiciones sociales, el proyecto desarrolla modelos que ayudan a estimar una medición clave para el envejecimiento saludable: la capacidad intrínseca, que es el conjunto de nuestras funciones físicas y mentales que nos permiten actuar, adaptarnos y vivir con autonomía.
Utilizando técnicas avanzadas de análisis descriptivo y predictivo, los modelos permiten identificar patrones que ayudan a anticipar cuándo y cómo podría verse afectada esa capacidad en el tiempo, incluso antes de que aparezcan síntomas visibles. Esto abre la puerta a una visión más preventiva y personalizada de la salud, en la que cada persona pueda conocer su situación, entender qué factores la fortalecen o debilitan y tomar medidas concretas para cuidarse desde etapas tempranas de la vida. Todo esto se logra a través de una estrategia de comunicación digital, simple e intuitiva, donde cualquier persona —sin conocimientos técnicos— pueda visualizar su situación funcional con el potencial de obtener recomendaciones personalizadas.
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La IA como aliada: Un navegador para nuestra salud
Aunque el proyecto se apoya en datos internacionales para validar sus avances, el objetivo es adaptarlo al contexto latinoamericano, comenzando por Colombia.“Sabemos que nuestros países enfrentan grandes desafíos en materia de salud pública, especialmente por el modelo reactivo con el que se responde a las enfermedades. Por eso, una herramienta que ayude a prevenir y que sea accesible, explicable y culturalmente cercana puede tener un enorme valor”.
Pensemos en la IA como un detective de datos excepcionalmente avanzado. El sistema se alimenta de una gran variedad de información funcional y de salud —siempre de forma anónima, segura y no invasiva—, que puede ir desde pruebas físicas y mentales hasta datos sobre estilo de vida: cómo dormimos, qué comemos, cuánto nos movemos e incluso cuáles son los factores del comportamiento social.
“Creo profundamente en el poder de la ciencia para transformar vidas, pero también en la necesidad de comunicarla, de hacerla cercana, útil, entendible. Para mí, este proyecto es una forma de contribuir con conocimiento, con visión y con esperanza a una de las transformaciones más importantes que vivimos como humanidad: aprender a envejecer bien, de forma activa, conectada y digna”, expresó la profesora.