Jaime Garzón Forero, nació el 24 de octubre de 1960 en Bogotá. Fue un abogado, humorista, periodista, y activista colombiano, conocido por su incisiva crítica social y política. Su legado se mantiene vigente como un símbolo de la libertad de expresión y la lucha contra la corrupción en Colombia. A través de sus personajes en programas como Quac y Zoociedad, Garzón se ganó el corazón de los colombianos, utilizando el humor para exponer las injusticias y desigualdades de Colombia.
Garzón no solo fue un comediante; fue una voz para quienes no tenían voz. A través de personajes emblemáticos como Heriberto de la Calle, un humilde lustrabotas que entrevistaba a figuras públicas, Garzón ponía en evidencia las contradicciones y fallas de la clase política colombiana. Su trabajo no solo entretenía, sino que también informaba y educaba, convirtiéndose en una herramienta poderosa de resistencia contra el status quo.
En un país asolado por la violencia y la censura, Garzón se atrevió a hablar con franqueza sobre temas que otros evitaban. Su valentía y su compromiso con la verdad lo convirtieron en un referente para varias generaciones de colombianos.
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El 13 de agosto de 1999, Jaime Garzón fue asesinado en Bogotá mientras se dirigía a su trabajo en Radionet. Su muerte fue un duro golpe para Colombia, que perdió a una de sus voces más críticas en un contexto de creciente violencia y represión.
“Mataron a Jaime Garzón”, esas fueron las palabras que se escucharon en los medios de comunicación, luego del crimen, mientras esperaba el cambio de un semáforo a verde.
Antes de poder continuar su recorrido, a esa calle llegaron dos sicarios de la banda “la Terraza”, que le dispararon cinco veces. La víctima aceleró su auto y se estrelló contra un poste de alumbrado público. El humorista falleció de inmediato.
Por el sitio pasaban los periodistas José Yamid Amat y Néstor Morales, amigos de Garzón, encargados de llevar la noticia a Radionet. Ese medio se convirtió en el primero en difundir la noticia de la muerte de este querido personaje.
Esto era una ironía: colegas periodistas anunciaban la muerte de otro periodista por ejercer el oficio. Por trabajar y no quedarse callado frente a las dificultades que atravesaba el país en la década de los 90. Para el mismo Jaime Garzón, esto no habría sido una sorpresa. La muerte habitaba todo el tiempo a Colombia.
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La noticia conmocionó a todo el país, a pesar de que Garzón, por esos días, había manifestado que era víctima de amenazas de muerte y en el fondo se esperaba aquel fin.
Tras años de investigaciones, se estableció que su asesinato fue ordenado por Carlos Castaño Gil, líder de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), quien consideraba que Garzón era una amenaza para sus intereses. Castaño habría percibido que Garzón, a través de su rol como mediador en la liberación de secuestrados, podría estar colaborando con la guerrilla.
Los autores materiales del crimen fueron paramilitares bajo las órdenes de Castaño. En 2016, el exsubdirector del extinto DAS (Departamento Administrativo de Seguridad), José Miguel Narváez, fue condenado a 30 años de prisión por haber instigado el asesinato de Garzón. Según el fallo judicial, Narváez influenció a Castaño para que ordenara el crimen, argumentando que Garzón era aliado de la guerrilla.
Años después, la Fiscalía estableció que Garzón fue asesinado por sicarios de la banda criminal la ‘Terraza’ de Medellín, que lideraba Diego Fernando Murillo, alias “Don Berna”, en conspiración con funcionarios como Narváez.
Jaime Garzón representó los ideales de las personas que en la década de los 90 buscaban la libertad de expresión y erradicar la violencia. En su última entrevista, otorgada al canal peruano América TV, dijo:
“Si uno vive en este país tiene una tarea fundamental que es transformarlo. Esto genera que el miedo de vivir aquí le da uno el valor de querer un país mejor. Eso significa vivir en Colombia”.