"Sonrisa de la noche"
Este resplandor silencioso puede verse durante casi todo el año, con más nitidez entre los meses de septiembre, octubre, noviembre y diciembre.
La zona fue principalmente visitada por extranjeros durante años, pero los venezolanos se han ido volcando más a conocerla, aunque la afluencia bajó por la pandemia de covid-19 y los elevados costos del combustible. Un litro llega a costar hasta 2 dólares en el mercado informal.
"Vienen a buscar el relámpago del Catatumbo", cuenta a la AFP Nerio Romero, a quien todos llaman 'Tane' y quien recibe a los turistas en su palafito en Ologá, vecino a Congo Mirador y cercano a la desembocadura del río Catatumbo, repartido entre Colombia y Venezuela. Sus aguas marrones caen en el Lago de Maracaibo, formando una línea divisoria con dos tonalidades distintas.
Para llegar hasta uno de los puntos de observación de los relámpagos se necesita un recorrido de unas tres horas en lancha. Desde ahí, puede verse el vuelo de aves, las piruetas de monos araguatos trepándose entre árboles y hasta delfines que saltan de vez en cuando mientras nadan en grupos.
El Catatumbo obtuvo en 2014 un récord Guinness como el sitio con mayor cantidad de tormentas eléctricas del planeta. Su promotor, el ambientalista venezolano Erik Quiroga, señala a la AFP que para ese año estaban documentados unos 250 relámpagos por kilómetro cuadrado, a razón de 1,6 millones de relámpagos por año.
Y en 2016, un estudio de la Nasa certificó que el Lago de Maracaibo, y más concretamente la zona del Catatumbo, es la capital mundial de los relámpagos, al recibir un promedio de 233 destellos por kilómetro cuadrado por año.
Ligado a la investigación del fenómeno desde hace 26 años, Quiroga dice que estos destellos lo remontan a su infancia, cuando lo vio por primera vez en Bobures, sur de Zulia. "Es la sonrisa de la noche".