No es la primera vez que lo hace, y probablemente no será la última. Margarita Rosa de Francisco, una de las voces más activas, del espectro público colombiano, volvió a irrumpir en el debate digital con una declaración que dejó a muchos con el ceño fruncido y a otros aplaudiendo con fervor. Esta vez, su reflexión giró en torno a la figura de Jesús, la política y el catolicismo conservador que tanto ha marcado la historia del país.
“El mensaje social de Jesús es la quintaesencia del comunismo”, escribió sin rodeos en sus redes sociales.
El comentario, aunque breve, provocó una tormenta de opiniones. Desde quienes aplaudieron la conexión entre la prédica cristiana de justicia y los ideales igualitarios, hasta quienes consideraron que estaba instrumentalizando la fe para defender una ideología política. La actriz, sin embargo, no dio más explicaciones. No las necesitó: el eco de sus palabras hizo el resto.

La frase, que Margarita compartió sin contexto adicional, cayó como chispa sobre pólvora. No pasaron ni dos horas antes de que las redes sociales se llenaran de comentarios. Algunos la acusaron de tergiversar el cristianismo; otros celebraron que una figura pública retomara una idea que ha sido parte de la teología de la liberación y el pensamiento cristiano progresista desde hace décadas.
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“Qué falta de respeto comparar a Jesús con una ideología que ha hecho tanto daño”, escribía un usuario en X (antes Twitter). Mientras tanto, otro respondía: “Por fin alguien lo dice: Jesús fue el primero en hablar de amor al prójimo, justicia social y redistribución. ¿Qué hay más comunista que eso?”.
Lo cierto es que, más allá de la discusión ideológica, la reaparición de Margarita, que llevaba semanas en silencio, se sintió como un golpe de timón en medio de un país polarizado, en el que religión, política y espectáculo se cruzan más seguido de lo que muchos quisieran.
No es la primera vez que alguien plantea la cercanía entre el mensaje cristiano y los ideales del comunismo o el socialismo. Desde sectores de la teología de la liberación en América Latina, pasando por académicos y pensadores contemporáneos, la idea de Jesús como un revolucionario social ha sido abordada con profundidad. Compartir el pan, vivir sin bienes, rechazar el poder acumulado y acompañar a los marginados: son muchas las escenas evangélicas que alimentan esta lectura.
Para algunos sectores de derecha, como lo han expresado en otras ocasiones figuras del Centro Democrático y del conservadurismo tradicional, asociar el cristianismo con el comunismo es no solo un error teológico, sino una provocación ideológica.
Margarita Rosa de Francisco ha construido en los últimos años un perfil muy diferente al que la lanzó a la fama. Atrás quedaron la Gaviota de Café con aroma de mujer o la presentadora glamorosa de reality shows. En su lugar, ha surgido una escritora, columnista y pensadora que no teme opinar sobre temas espinosos: feminismo, política, religión, privilegio, violencia.
Su tono es directo, pero no gratuito. Sus palabras suelen estar acompañadas de una reflexión más profunda sobre el lugar del arte, la moral pública y la libertad de pensamiento. Y aunque incomoda a muchos, también ha logrado construir una comunidad que valora su sinceridad y su capacidad de cuestionar lo establecido.
En medio de una industria del entretenimiento que suele evitar mojarse políticamente, la voz de Margarita suena con fuerza. Y aunque muchas veces la acusan de “buscar polémica”, lo cierto es que su reflexión no parte de la necesidad de figurar, sino de la convicción de que el arte y el pensamiento tienen una responsabilidad ética.
Las redes ya hicieron lo suyo: polémica, memes, videos, debates. Pero más allá del ruido digital, lo que queda es una pregunta de fondo que merece ser revisitada: ¿pueden coexistir fe y pensamiento crítico? ¿Tiene sentido hablar de Jesús en clave política? ¿Es posible leer los Evangelios desde una óptica más humana y menos doctrinal?
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