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Adolescencia: la serie que reabre un debate urgente en padres y expertos de la salud mental
La serie de Netflix expone cómo el aislamiento digital y la falta de comunicación familiar pueden
dar lugar a tragedias invisibles en hogares comunes, un tema sobre el que advierten los expertos.
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Diana Valentina Rodríguez
Diana Valentina Rodríguez
Domingo, 4 de Mayo de 2025

La serie Adolescencia, un fenómeno reciente de Netflix, comienza con un grave hecho en el que un joven de 13 años asesina a una compañera de clase. Aunque la historia no está basada en hechos reales, según sus productores, sí estaría inspirada en varios asesinatos cometidos por adolescentes en el Reino Unido, y se convierte en el espejo de una sociedad hiperconectada.

Lo que más llama la atención no es solo el hecho, sino los interrogantes que deja en el aire: ¿Qué llevó a un niño de tan corta edad a cometer este delito? ¿Qué no vieron los adultos a su
alrededor?

Y lo más inquietante: ¿cuántos niños como él hay ahora mismo, solos en su cuarto, con libre acceso a un mundo que sus padres ni siquiera sospechan? Sus padres, como tantos otros en la vida real, lo querían. Había afecto en su hogar, comida en la mesa, abrazos ocasionales. Sin embargo, no hubo conversación. No sabían que su hijo pasaba las madrugadas navegando y viendo videos que promovían el odio y la misoginia.

Consumo de redes


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“Creíamos que allí estaba a salvo”, dicen los padres en la serie, con una mezcla de dolor e incredulidad. Pero el enemigo no estaba en la calle, sino dentro de casa, camuflado de entretenimiento.

La psicoanalista Lucía Restrepo destaca que Adolescencia no cae en el cliché de mostrar a un joven “dañado” de manera evidente. Este niño no era violento, ni víctima de abusos, ni un acosador. “Eso es lo que la hace tan poderosa: nos confronta con el hecho de que el peligro no siempre se ve. A veces, simplemente no hablamos con nuestros hijos. No preguntamos. No nos interesamos en lo que habitan digitalmente”.

¿Qué piensan los padres de familia?

Para algunos padres que se han visto confrontados por la serie, el mensaje que deja esta también ha sido de impacto, pues, para Jenny Rodríguez, madre de un niño de 11 años, esta es una situación preocupante, “porque sin importar qué tanto uno los cuide ¿Cómo puede uno controlar lo que su hijo ve en el celular, los niños ahora salen con tanta cosa, unas modas que uno no entiende”, expresó.

Así mismo, Édgar Rivera, padre de un menor de 9 años señaló que, “debe existir una debida transición de los niños al mundo digital porque hoy en día está muy corrompido. No se trata de que al cumplir una edad 12 o 13 años y ya toma un celular o computadora, dándoles acceso a un contexto que los padres prácticamente desconocemos”.


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Desconocimiento

Un giro clave de la serie ocurre cuando el detective del caso, completamente perdido frente al comportamiento del asesino, recibe una lección de su propio hijo adolescente. Es este joven quien menciona términos como “incel”, “manósfera”, “píldora roja” o la “regla del 80/20” términos relacionados con Andrew Tate, un personaje conocido como referente de la misoginia y delitos sexuales a los que se refieren en la serie.

Se trata de palabras que, para el detective y para muchos adultos, no representan nada porque no entienden su significado, pero que hacen parte del universo ideológico de muchos adolescentes en la actualidad.

“No conocemos su lenguaje, sus referentes, sus ídolos. Estamos criando desde la ignorancia”, reconoce Restrepo. Y esa ignorancia es peligrosa, porque deja el terreno libre para que influencers radicales como Andrew Tate, quien se menciona en la serie, llenen ese vacío con discursos de odio que se viralizan a la velocidad de un clic.

Por su parte, la psiquiatra infantil Catalina Ayala advierte que la adolescencia es una etapa marcada por la impulsividad, el pensamiento mágico y la necesidad de pertenecer. “Los adolescentes son especialmente vulnerables a discursos que les ofrezcan un sentido de identidad, de poder, de rebelión. Si no encuentran eso en casa o en su escuela, lo buscarán en otro lado. Y las redes están más que listas para ofrecérselos”. Pero lo hacen a un precio alto. Diversos estudios demuestran cómo las redes sociales TikTok e Instagram han contribuido al aumento de ansiedad, depresión, trastornos alimenticios y pensamientos suicidas en jóvenes.

La lógica de la comparación constante, la búsqueda de validación externa y la exposición a discursos violentos o irreales deteriora el autoconcepto y la salud mental.

En Colombia, una investigación de la Universidad de los Andes reveló que el 20% de los adolescentes ha visto contenido que promueve la autolesión. Y Amnistía Internacional ha denunciado a TikTok por permitir publicaciones que incitan al suicidio.


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“Los gurús tecnológicos sabían lo que hacían”, recuerda el columnista Julián de Zubiría. Steve Jobs no permitía iPads en su casa. Bill Gates restringió el acceso a smartphones a sus hijos hasta los 14 años. Ellos sabían que las plataformas no son neutras. Están diseñadas para atrapar, para volvernos adictos, para moldear creencias.

Entonces, si los creadores de la tecnología evitan que sus hijos la consuman... ¿por qué la sociedad se las entrega sin filtros ni guía?. “En la escala entre los caramelos y el crack, esto está más cerca del crack”, dijo Chris Anderson, exdirector de Wired, sobre los smartphones..

La crianza en la era digital

La psicóloga Carolina Rojas explicó que el problema no es la tecnología, sino el abandono. No basta con bloquear contenido o limitar el uso del celular. La solución no está solo en leyes ni en algoritmos de protección. Está en la presencia emocional, en la conversación, en la educación desde casa.

Los expertos proponen volver a lo esencial: supervisión activa, no control agresivo, tiempo de calidad sin pantallas, más cercanía y crear espacios de diálogo y confianza. “No es cuestión de prohibir TikTok o eliminar Instagram. Es cuestión de que tu hijo te prefiera a ti antes que a un desconocido con millones de seguidores”, dice Ayala.

Mientras tanto, una demanda interpuesta por 41 estados en EE. UU. contra las redes sociales por daño a la salud mental de los jóvenes es un precedente. Se están alzando voces.

Lo primero que hacen los adolescentes al despertar es mirar el celular. Lo último antes de dormir, también. En esa lógica, la crianza quedó reducida a una notificación silenciosa”, dice Lucía Restrepo.


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