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Tecnología
La veloz expansión de la IA y los retos que plantea
La Inteligencia Artificial sigue su avance y cada vez más se involucra en las actividades humanas
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Daniela-Rayo
Daniela Rayo
Domingo, 19 de Octubre de 2025

La Inteligencia Artificial (IA) ha dejado de ser un concepto reservado para las películas futuristas o los laboratorios tecnológicos. Hoy, está presente en casi todas las actividades humanas: desde una sala de salud hasta un consultorio médico o una oficina pública, su expansión, acelerada tras la aparición de modelos como ChatGPT, Gemini o Copilot, ha transformado la manera en que aprendemos, trabajamos y nos comunicamos. Pero junto a su rápido crecimiento, emergen interrogantes profundos sobre ética, privacidad y desplazamiento laboral.

Para Antonio José Bravo Valero, doctor en Ingeniería Eléctrica y experto en Inteligencia Artificial, profesor del Departamento de Ciencias Básicas, Sociales y Humanas de la Universidad Simón Bolívar, este proceso representa “una democratización sin precedentes”.

“Pasamos de un exclusivo, propio de grandes corporaciones o centros de investigación, a que cualquier persona con un teléfono inteligente pueda acceder a estas herramientas. Eso transforma radicalmente la forma de aprender, trabajar y comunicarnos”, señala Bravo.

Advertencia vaticana

El Dicasterio para la Comunicación de la Santa Sede resalta en uno de sus más recientes comunicados actuales, la tecnología influye en las decisiones humanas de manera directa y silenciosa.

“Pero, aunque estas herramientas ofrecen eficiencia y alcance, no pueden reemplazar las capacidades exclusivamente humanas de empatía, ética y responsabilidad moral. La comunicación política requiere juicio humano, no solo patrones de lógica. El desafío es garantizar que sea la humanidad la que siga siendo el agente guía. El futuro de la comunicación debe ser uno donde las máquinas sean herramienta al servicio y a la conexión de la vida humana, no fuerzas que erosionan la voz humana”, es la notificación vaticana.

Igualmente precisa que los riesgos son reales. “La Inteligencia Artificial podría generar contenidos atractivos pero engañosos, manipulativos o divisivos, y perpetuar prejuicios y estereotipos en los datos de entrenamiento si no se diseñan con responsabilidad. También puede afectar la comprensión del mundo y el autoconocimiento”.

Un impacto masivo

La clave del auge de la IA durante el siglo XXI, lo extraordinariamente disruptiva ha sido su democratización: el auge de los modelos de lenguaje natural permitió que millones de usuarios interactuaran con sistemas capaces de responder, analizar, crear y crear contenido en cuestión de segundos.

“Hoy no hablamos de cálculos aislados, sino de sistemas que comprenden el lenguaje humano y participan en procesos sociales y educativos”, explica Bravo.

Sustentado en los avances técnicos y de aprendizaje automático, esta tecnología ha multiplicado su presencia en campos tan diversos como la salud, la educación, la seguridad y la administración pública.

Sin embargo, ese mismo progreso plantea desafíos éticos y sociales: ¿qué sucede con la privacidad de los datos, la veracidad de la información y los algoritmos que moldean nuestras decisiones cotidianas?


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Inteligencia Artificial llega al aula

El impacto más visible está en la educación: en distintas regiones del país, instituciones han comenzado a integrar la Inteligencia Artificial como herramienta de apoyo pedagógico.

Estudiantes la emplean para realizar resúmenes, analizar textos, generar simulaciones o proponer soluciones a problemas académicos; mientras que los docentes la usan para evaluar el desempeño de sus alumnos con mayor precisión.

“La Inteligencia Artificial permite personalizar la educación de una forma que antes era impensable. Puede adaptarse al ritmo de cada estudiante, reforzar sus debilidades y potenciar sus fortalezas. Pero su uso debe centrarse en lo esencial: guiar, acompañar y formar éticamente. Las máquinas no pueden reemplazar el juicio moral”, remarca el académico.

Esa visión se materializa también en políticas públicas, por ejemplo, con la construcción de la facultad de Inteligencia Artificial en Zipaquirá, anunciada por el presidente Gustavo Petro y la ministra TIC Carina Murcia, con una inversión superior a 131.000 millones de pesos, este proyecto busca convertir a la región en un epicentro latinoamericano de innovación tecnológica.

Los programas incluirán formación técnica, maestrías y doctorados en ciencia de datos e inteligencia artificial aplicada, además de capacitación para empresas y servidores públicos.

La meta: modernizar el ecosistema tecnológico y preparar a las nuevas generaciones para los desafíos de la era digital.

Avances y advertencias

En el marco de la IA conviven preocupaciones legítimas: de acuerdo con el estudio “Inteligencia Artificial, Ética y Sociedad” elaborado por el Departamento de Ética, Comunicaciones y Tecnología de la Universidad Autónoma de México, la personalización del contenido informativo y la creación de narrativas automatizadas también amenazan la neutralidad informativa y la pluralidad de pensamiento.

Por ejemplo, en el caso del sistema educativo, el uso indiscriminado de IA para redactar ensayos o resolver problemas podría reducir el desarrollo del pensamiento crítico.

“Si una persona confía más en la respuesta de una máquina que en su propio razonamiento, nos dirigimos hacia un empobrecimiento intelectual. La educación debe adaptarse a este cambio, pero sin dejar de lado la reflexión”, añade Bravo.

Conpes de la IA

En Colombia fue expedido el documento Conpes sobre la Inteligencia Artificial para lograr que la tecnología sea un catalizador del desarrollo y crecimiento económico y social del país. En él se definieron seis objetivos específicos:

  • Fortalecer los mecanismos de gobernanza y aplicación de los principios éticos de la Inteligencia Artificial, asegurando un desarrollo y uso responsable.
  • Fomentar la infraestructura tecnológica, el talento y las capacidades nacionales en Ciencia, Tecnología e Innovación.
  • Trabajar para desarrollar las capacidades digitales y de apropiación social de la tecnología.
  • Promover el diseño y la aplicación de marcos normativos que garanticen el respeto a los derechos humanos, la transparencia y la rendición de cuentas.
  • Definir medidas que promuevan la diversidad, equidad y mayor oportunidad.
  • Implementar mecanismos de seguimiento y evaluación de la política para asegurar su efectividad y sostenibilidad.

El documento fue aprobado por el Consejo Nacional de Política Económica y Social, y establece la hoja de ruta para el presente y futuro de Colombia en este campo.

El impacto global de la IA

Los expertos coinciden en que el verdadero reto no es técnico, sino humano.

El Consenso de Beijing (2019) sobre Inteligencia Artificial y Educación, establece principios fundamentales: acceso universal, formación ética en IA y acompañamiento docente. Bravo enfatiza: “Necesitamos educar en el manejo ético de los datos y en el criterio para distinguir entre información verificada y aquella generada por algoritmos”.

Otra herramienta será el uso de la IA para mejorar el servicio público. Desde esa perspectiva, la humanidad podría alcanzar niveles sin precedentes de eficiencia y bienestar, si su uso se mantiene bajo criterios éticos.

“Si imaginamos un futuro donde la IA sea parte del proceso creativo, de la salud y la educación, sin que se trate reemplazo, sino de ampliación de nuestras capacidades, podríamos avanzar hacia una sociedad más equitativa”, concluye Bravo.

Un futuro con responsabilidad

El auge de la Inteligencia Artificial será tan beneficioso como responsable sea su desarrollo. Sus aplicaciones, aunque sorprendentes, también son potencialmente riesgosas si se emplean sin supervisión.

“Vivimos —añade Bravo— en los inicios de una nueva época; los próximos años serán decisivos para definir cómo queremos que interactúe la humanidad con la Inteligencia Artificial. Debemos mantener la humanidad en el centro del progreso”.


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