La obesidad, esa condición que afecta la salud pública, se ha convertido en uno de los mayores desafíos en los últimos tiempos. Colombia, como muchos otros países, ha emprendido una lucha para contener su avance, implementando políticas, promoviendo investigaciones y buscando soluciones desde diversos frentes. Pero ¿realmente se está ganando esta guerra?, ¿o son victorias pírricas, mientras el enemigo sigue fortaleciéndose?
Para responder, es necesario realizar un análisis que examine tanto los avances como los retrocesos, las luces y las sombras de esta compleja batalla.
Las políticas en el “ring”: ¿golpes certeros o solo ruido?
El Gobierno ha subido al “ring” con una serie de políticas que buscan dar un golpe directo a la obesidad. Primero, obligó a las industrias a generar un etiquetado frontal de advertencia; esos octágonos negros que alertan sobre los excesos de azúcar, sodio y grasas saturadas, con la esperanza de que los consumidores tomen decisiones más informadas. También se legisló para crear impuestos saludables que, por su parte, buscan desincentivar el consumo de productos ultraprocesados, esos cuyo sabor artificial encanta, pero que castigan con sus consecuencias.
Sin embargo, no se puede cantar victoria todavía. La industria alimentaria ha luchado contra estas políticas y sigue encontrando quienes consuman estos productos, por dañinos que sean. La falta de una educación masiva y efectiva ha dejado a muchos consumidores confundidos o indiferentes ante el etiquetado frontal. Y la desigualdad social sigue siendo un obstáculo para el acceso a alimentos saludables, especialmente entre los más vulnerables.
En ese sentido, la Red Papaz, con su campaña “No comas más mentiras”, ha sido una de las principales promotoras de estas medidas, exigiendo que se proteja a los niños y adolescentes de la publicidad engañosa y se les ofrezca un entorno alimentario más saludable.

Según la coordinadora de proyectos de incidencia de la Red Papaz, Lina Cerón, estudios internacionales, como los del Global Food Research Program, respaldan la efectividad de los impuestos saludables en la reducción del consumo de bebidas azucaradas, al menos en algunos contextos. El informe del Banco Mundial también destaca el potencial de estas medidas para mejorar la salud pública a nivel global.
La academia analiza la obesidad desde la psicología
Mientras las políticas intentan cambiar los hábitos de la población desde afuera, la academia, a través de la Universidad Simón Bolívar y los programas de pregrado y posgrado en Psicología, se adentra en las profundidades de la obesidad, buscando comprender sus raíces y sus ramificaciones desde el aspecto psicológico.
Según el profesor investigador y director de Investigación e Innovación de la Universidad Simón Bolívar, Manuel Ernesto Riaño Garzón, junto al psicólogo y profesor investigador, también de la Unisimón, Edgar Alexis Díaz Camargo, se ha explorado el vínculo entre la mente y el cuerpo, demostrando que la obesidad no se limita únicamente al control de la ingesta de alimentos y a la actividad física.
Factores psicológicos como la depresión, la ansiedad y los trastornos del comportamiento pueden predisponer a la adopción de hábitos alimentarios poco saludables. La autoestima, las funciones ejecutivas (capacidad de planificar, adaptarse a los cambios y controlar impulsos) y la regulación emocional también juegan un papel crucial en la lucha contra la obesidad.
“Desde esta perspectiva, y como en cualquier condición relacionada con el metabolismo humano, la obesidad puede combatirse principalmente desde el cambio de hábitos, lo cual se ha consolidado como una importante línea de investigación de los programas de posgrado y pregrado de Psicología de la Universidad Simón Bolívar. En estos programas se ha estudiado el vínculo de factores psicológicos como la depresión, la ansiedad y los trastornos de comportamiento en la niñez y adolescencia, con los hábitos que promueven una dieta hipercalórica y los consecuentes, sobrepeso y obesidad. Al respecto, se han realizado diferentes estudios de prevalencia y otros dirigidos a la identificación de factores asociados, donde también cabe destacar la importancia de la autoestima, el desarrollo de las funciones ejecutivas (dirigidas al autocontrol) y la regulación emocional”, señaló Riaño.
Además, la investigación ha revelado el impacto negativo de la obesidad en el rendimiento cognitivo, especialmente en niños y adolescentes, y su posible relación con el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH). Esto demuestra que la obesidad no sólo afecta la salud física, sino también el desarrollo cognitivo y emocional.
La Universidad Simón Bolívar no se ha quedado en el diagnóstico. También ha desarrollado programas de intervención clínica neurocognitiva que combinan entrenamiento cognitivo, “biofeedback” y desarrollo de hábitos, con el objetivo de ofrecer un tratamiento más integral y personalizado para quienes luchan contra la obesidad.

¿Estamos ganando?
No se puede decir que Colombia va ganando la batalla contra la obesidad. Si bien se han logrado avances importantes, como la implementación de políticas públicas y el desarrollo de investigaciones innovadoras, la prevalencia de la obesidad sigue siendo alta, especialmente entre los niños y adolescentes.
Un enfoque de 360 grados: la clave para el éxito
Si queremos tener una oportunidad real de ganar esta batalla, debemos adoptar un enfoque de 360 grados, que abarque todos los frentes y coordine todos los esfuerzos. Esto implica:
- Fortalecer las políticas públicas: No basta con aprobar leyes; hay que hacerlas cumplir, educar a la población y resistir las presiones de la industria.
- Promover la investigación y la innovación: Necesitamos seguir explorando las causas y las consecuencias de la obesidad, y desarrollar intervenciones más efectivas y personalizadas.
- Crear entornos saludables: Regular la publicidad y la disponibilidad de alimentos no saludables, apoyar la producción y el consumo de alimentos locales y frescos, y fomentar la actividad física.
- Empoderar a los individuos: Hay que fortalecer las habilidades de autocontrol, regulación emocional y toma de decisiones saludables.
- Abordar las desigualdades sociales: Es fundamental reducir las barreras económicas, sociales y culturales que dificultan el acceso a una alimentación y un estilo de vida saludable.
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