A Mutiscua, hace 30 años se le conocía como la ‘Capital marmolera de Colombia’, título que se ganó por la abundancia y calidad del material que se extraía, en cantidad, de las minas en las veredas Sucre, Balegrá y Ospina.
En su época fue una de las actividades más próspera de la región, que decayó por la falta de maquinarias especializadas para extraer el mineral, la pérdida de canales de comercialización y la introducción en los mercados nacionales de materiales más económicos, de novedosos colores y formas.
Otra causa fue la apertura económica que se inició en el gobierno del expresidente César Gaviria, en donde los almacenes de cadena y depósitos de materiales de Cúcuta y del resto del país se inundaron de tabletas, baldosas y otras soluciones para los hogares.
Paralelo a ello, se fue imponiendo la tradición agrícola, teniendo como principal renglón los cultivos de hortalizas y frutales, que le dieron un segundo aire a la economía.
Actualmente, las familias campesinas combinan las labores del campo con el cultivo de trucha arcoíris, que pese a ser una especie invasora en el país, tiene un buen rendimiento al crecer en estanques y de esa forma se controla para que no llegue a quebradas y ríos.
(Mutiscua es la única zona de la región que hace un festival de pesca artesanal de trucha.)
El cultivo surgió en la década de 1990 y se convirtió en fuente de empleo. Hoy, es uno de los productos que ha logrado en los últimos 16 años un giro, pasando de tres empresas a 17.
Para el comerciante, Néstor Yesid Álvarez Acevedo, la trucha es un alimento sano que se produce en estanques con las aguas que bajan del páramo de Santurbán y el crecimiento no se hace con químicos que aceleran el desarrollo.
En este sentido manifestó que el crecimiento que se experimenta en los últimos años es producto de la demanda en los mercados de Pamplona, Chinácota, Cúcuta, Bucaramanga, Málaga (Santander), Medellín, Bogotá y en la Costa Atlántica. A estas zonas se llevan 40 toneladas. Las ovas embrionadas de trucha se adquieren en Bogotá y proceden de Estados Unidos o Canadá.
Empleo
Aunque en los cultivos la mayoría son familiares, generan empleo directo a personas del municipio, en especial a madres cabeza de hogar quienes tienen la misión de participar en los procesos de deshuesada y empacado de los pescados en diferentes tamaños.
Las truchifactorias más grandes están sembrando entre 8.000 y 10.000 alevinos mensualmente para sostener ciclos hasta de 10 meses. “Esto sirve para garantizar el producto en el mercado durante todo el año”, indicó Álvarez