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Desafíos de la mujer, desde la violencia física hasta el sometimiento económico
En Cúcuta se registraron 1.355 casos de violencia basada en género.
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La opinión
La Opinión
Domingo, 9 de Marzo de 2025

En Cúcuta, la violencia contra las mujeres no para. Solo en 2024, según el Observatorio Nacional de Violencias de Género la capital de Norte de Santander, registró 1.355 casos de violencia basada en género, con un 77,9% de víctimas mujeres. La violencia física es la más frecuente con 604 casos, seguida de la violencia sexual (271), psicológica (117) y la negligencia o abandono (64). Además, se reportaron 7 feminicidios, mayormente en la zona urbana.

Como una seguidilla de hechos sin punto final, en este 2025, a mediados de enero, la violencia se disparó con el conflicto armado en el Catatumbo.

Pero eso no es todo, el contexto nacional de intimidación contra la mujer es alarmante, donde la violencia económica, el acceso desigual a oportunidades y la falta de representación política siguen siendo obstáculos para la equidad.

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Cada día, tres mujeres sufren violencia en Colombia, según ONU Mujeres

Durante la cumbre de mandatarias colombianas por la igualdad, Bibiana Aido Almagro, representante de ONU Mujeres en Colombia, destaca la alarmante realidad de la violencia contra las mujeres en el país. Según Aido, al menos tres mujeres sufren violencia diariamente en Colombia solo por ser mujeres, lo cual es inaceptable y exige una acción inmediata.

Aunque se observan avances importantes, como la mayor formación académica de las mujeres y la disminución de la tasa de desempleo femenino, la violencia de género sigue siendo un desafío serio. Aido también menciona que, a pesar de avances en la participación política de las mujeres —con un 29% de las curules del Congreso ocupadas por mujeres y seis gobernadoras— todavía falta mucho para alcanzar la paridad de género. Señala que la representación femenina en la política cambia la agenda, poniendo en primer plano asuntos como los cuidados y la prevención de la violencia.

Aido subraya la importancia de fortalecer los sistemas de justicia, promover una educación igualitaria y asegurar el acceso a protección y apoyo para todas las mujeres.

La violencia económica afecta a las mujeres en Colombia

Mariana*, durante años, creyó que el amor lo podía todo y que su esfuerzo y sacrificio serían correspondidos en su matrimonio. Ella asumió las riendas económicas del hogar, trabajando incansablemente para que su familia tuviera lo necesario. Mientras tanto, su esposo no solo no aportaba, sino que tampoco reconocía su esfuerzo, lo que hacía que Mariana se sintiera como si llevara la carga sola.

Aunque al principio pensó que el amor verdadero requería paciencia y sacrificio, con el tiempo se dio cuenta de que una relación debe ser un espacio de reciprocidad y crecimiento mutuo. Comprendió que no podía seguir en una relación donde solo ella se esforzaba. Así que tomó la difícil decisión de dejar a su esposo, eligiéndose a sí misma y demostrándoles a sus hijos que una relación debe basarse en el apoyo y el respeto, y no en el sacrificio unilateral.


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La historia de Mariana no es única; muchas mujeres viven relaciones donde el amor se convierte en una carga. Pero el amor no debe ser sufrimiento, y a veces, lo más valiente es soltar y avanzar.

En Colombia, el 75,6% de los casos de violencia registrados en 2024 han sido dirigidos contra mujeres, según el Instituto Nacional de Salud (INS). Entre las diversas formas de agresión, destaca la violencia económica, que limita las posibilidades de las mujeres de escapar de situaciones abusivas y perpetúa su dependencia económica. Marisol Salamanca Olmos, docente del Politécnico Grancolombiano, señala que esta violencia incluye el control de ingresos y bienes, la exclusión de decisiones financieras, la prohibición de acceso a empleo o educación, y la explotación laboral no remunerada.

Estos comportamientos, normalizados culturalmente, impiden a las mujeres participar plenamente en la sociedad y dificultan su autonomía. Salamanca resalta que la clave para combatir esta violencia está en el empoderamiento desde temprana edad, ofreciendo educación y acceso a oportunidades laborales, lo que les permite vivir de manera independiente y salir de relaciones abusivas.

La docente también explica que, en muchos casos, las mujeres no se percatan de la violencia económica hasta que pierden toda capacidad de decisión sobre sus recursos. A medida que avanzan en su relación, se les impide trabajar, entregar sus salarios o tomar decisiones financieras sin autorización. En su opinión, la educación es la herramienta más poderosa para prevenir este tipo de violencia y permitir que las mujeres puedan decidir sobre su propio futuro.

Panorama e iniciativas de la Secretaría de Equidad y Género

En la lucha por la equidad de género y la erradicación de la violencia contra las mujeres se ha convertido en una prioridad para la Secretaría de Equidad y Género, en su trabajo de protección y promoción de los derechos de las mujeres, implementando diversas iniciativas para erradicar la violencia de género, fomentar la inclusión social y garantizar la autonomía económica de las mujeres en Cúcuta.

En respuesta, la Secretaría ha lanzado programas clave como el Sistema Violeta, que brinda apoyo psicosocial y jurídico a las mujeres víctimas de violencia, y la Casa Social de la Mujer, que busca empoderar a las mujeres a través de la capacitación en derechos, prevención de violencia y autonomía económica. Además, se está trabajando en la creación de espacios seguros como la Casa Arcoíris para la población LGTBIQ+ y la Casa Refugio para mujeres víctimas de violencia en riesgo de feminicidio.

Cúcuta también avanza en la institucionalización de un sistema local de cuidado que ofrecerá servicios integrales de atención a quienes brindan cuidados, incluyendo a mujeres cuidadoras. Este sistema es un paso fundamental para apoyar a las familias y comunidades vulnerables.

A nivel institucional se están llevando a cabo actividades de sensibilización y educación, como el foro de equidad y comunicaciones, para promover la responsabilidad social en la lucha contra la violencia de género. Además, se conmemorará el Día Internacional de los Derechos Humanos de las Mujeres con eventos como la sesión de la Comisión Legal para la Equidad de la Mujer del Congreso de Colombia.

Patricia Ríos Cuéllar, secretaria de Equidad de Género, reafirma el compromiso de la Alcaldía para continuar trabajando por una ciudad más justa, segura e igualitaria para todas las mujeres cucuteñas. También invitó a la comunidad a sumarse a estos esfuerzos y ser parte activa del cambio.

Cuéllar recuerda las líneas de atención para las víctimas de violencia de género. Se trata del 155 para atención gratuita, 122 para denuncias ante la Fiscalía, y 141 del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar para niños, niñas y adolescentes.

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Un testimonio desde las entrañas de la guerra en el Catatumbo

Al corazón del Catatumbo, una tierra marcada por el conflicto y la lucha constante, una mujer llegó influenciada por el amor. Esta es la historia de La Mona* quien tuvo una infancia buena, tranquila, llena de la calidez de su madre y la protección de su abuelo, a quien adoraba. Su mamá, una mujer excepcional, hizo todo lo posible por darle un hogar lleno de amor y seguridad, a pesar de la ausencia de un padre.

La Mona creció rodeada de cariño, pero siempre sintió un vacío. Ese vacío, que cuando tenía 13 años, descubrió, de la manera más cruel, que el hombre al que siempre había llamado tío no lo era en realidad. Tenía en frente a su verdadero papá. Un golpe de revelación que la dejó sin palabras, sin respuestas, sin entender por qué la vida le había jugado esa carta.

“Supe que él había dicho que yo era un error, que no debí haber nacido. Cuando me enteré de eso, decidí sacarlo de mi corazón”, relata en entrevista con La Opinión.

A los 15 años, la joven ya comenzaba a enfrentar los primeros desafíos del amor y la desilusión. Un novio, que alguna vez fue su refugio, la dejó por su expareja. Ese abandono, tan doloroso, la hizo huir, y con su familia terminó radicándose en la zona del Catatumbo y allá, conoció al padre de sus hijas.

Su actitud de liderazgo terminó involucrándola en la junta de acción comunal de una vereda de Tibú. El amor la llevó a convertirse en madre y poco a poco también a participar como informante de la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (Eln).

Para julio de 2024, un “amigo” le ofreció ingresar a esa guerrilla, para la cual también su compañero permanente fue reclutado. Ambos asumieron el rol de casa-base: un punto de descanso para los miembros del grupo armado organizado que transitaban por la zona, donde recibían a los mandos, les proporcionaban lo necesario y se mantenían alertas frente a la presencia de la fuerza pública.

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Pero el 15 de enero de 2025, la vida de La Mona dio un giro inesperado. A altas horas de la noche, recibió la noticia de que su expareja debía ir a hacer un encargo: llevar unas armas a un punto determinado.

“A las 11:00 de la noche nos dijeron que nos trasladáramos con las herramientas (el armamento). Pero ese apenas era el inicio de la guerra. Yo nunca empuñé un arma, era solo parte de las ‘moscas’ que usaba esa guerrilla”, revela.

Cada día que pasaba, aumentaba el peligro. El caos comenzó a desatarse cuando el Eln se enfrentó a la disidencia de las Farc, y la violencia en la región se incrementó.

Después de pasar días huyendo del conflicto por el enfrentamiento entre grupos armados y escondiéndose del Ejercito Nacional, con miedo y angustia, La Mona decidió huir.

Dice que se montó en una motocicleta pero a los pocos minutos los paró el Ejército en un retén. Fue en ese instante cuando entendió la magnitud de sus decisiones pasadas. “La cagué, y ahora hay que hacerle frente”, afirma con valentía, reconociendo que su vida debía tomar otro rumbo.


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La Mona aseguró que aunque en esa guerrilla se promovía la “igualdad”, las mujeres eran tratadas de manera desigual. “Si no había relación centralizada y usted era soltera tenía que estar dispuesta a estar con cualquier hombre, y si no lo hacía, la ponían a trabajar más”, advierte.

Por lo descrito, la  realidad de la mujer en el Eln es compleja. Por lo que se deduce de este testimonio, muchas veces se ven obligadas a seguir órdenes sin poder tomar decisiones propias. E incluso tienen  que lidiar con la presión de los anticonceptivos a escondidas y, en ocasiones, enfrentar la obligación de abortar.

“Este camino lleva a dos cosas: la muerte o estar presa. Si pueden salir, que lo hagan. Allá se vive con la zozobra de que nos van a dar de baja o que el Gobierno nos va a atrapar”, aconseja, con la esperanza de que otras mujeres encuentren el valor para abandonar esa vida guerrillera.

Tiene certeza de que ahora puede empezar de nuevo. “Me cuidan, me dan todo lo que necesito para reiniciar mi vida”, aseguró con una mirada llena de esperanza”.

“Me veo en los próximos años como una mujer distinta. Quiero terminar mis estudios, ya que me quedé en séptimo grado. Creo que puedo construir una nueva vida”.


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