"Los verdaderos milagros que poco ruido hacen, los verdaderos milagros que sencillos son”, una frase podría enmarcar un propósito de vida y de servicio a los demás, y así fue para María José Fajardo, creadora y directora del semillero musical In Crescendo de Cúcuta.
Su vocación por la educación infantil a través de la música le ha permitido tener el honor, como ella lo cataloga, de que los padres de familia en su mayoría colombianos, hayan depositado en ella su confianza para la educación musical de sus hijos.
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Esta venezolana, tachirense, graduada como docente en el 2012, es además especializada en el método Bapne, una eficaz herramienta para desarrollar la estimulación cognitiva necesaria para el aprendizaje de la música. Supo desde el inicio no solo que quería dedicar su vida a enseñar, sino que quería hacerlo a través del arte y la música fue el eje de su formación.
“En el 2014 cuando todavía no había comenzado toda la migración venezolana, un amigo recomendó mi trabajo para un proyecto educativo musical en Cúcuta y para el cual requerían docentes. Así comencé a reafirmar mi experiencia en diferentes escuelas de la ciudad y en el 2017 decido que es ese el camino profesional que quiero tomar y empieza a nacer In Crescendo”.
Más música, menos fronteras
El 5 de febrero de 2018 se convirtió en el primer día de clases del semillero musical In Crescendo. Su ubicación actual en el sector de La Riviera en Cúcuta, desde el 2020, le ha permitido a esta academia musical llevar su mensaje a decenas de menores, niños y niñas colombianos, pero también venezolanos, estos últimos, cuya participación viene en aumento.
Como María José, otros ciudadanos venezolanos, músicos de profesión, llegaron a Colombia a vivir el sueño de enseñar, pero también de aprender una nueva cultura.
Carlos Meneses, profesor de piano, tomó la decisión de salir de su natal Rubio, en el estado Táchira, el 9 de febrero de 2018.
“Inicié dando clases de piano y ese mismo año me fue encomendada la dirección del coro de campanas”. Destaca además que el cariño y respeto que ha recibido por parte de los colombianos, en su mayoría padres de familia, le ha permitido vivir la experiencia de la migración desde otra visión mucho más positiva tras 5 años de hacer parte del semillero musical.
“Esto nos llena de satisfacción y nos hace saber que estamos haciendo las cosas bien. Como yo les digo, son mis hermanos colombianos, y es para mí un gusto formar a los hijos de estas maravillosas personas de Colombia y que estén contentos con nuestro trabajo. Nunca me he sentido como un extraño, por el contrario me siento como uno más de la familia”, añadió Meneses.
De orugas a mariposas
La educación que los niños y niñas reciben en In Crescendo está dividida en diferentes categorías que facilitan su iniciación musical. Desde el grupo Orugas que incorpora menores desde los 12 meses y que se basa en el acompañamiento de los padres trabajando en el ritmo, hasta tocar el instrumento de su elección, en edades más avanzadas.
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El venezolano Francisco José García, profesor de saxofón, de 23 años, fue formado en el Sistema Nacional de Orquestas de Venezuela y poco a poco fue escalando en diferentes áreas como la dirección, la composición musical y las clases de saxofón. Hoy es uno de los docentes más jóvenes del semillero y ha puesto todo su conocimiento y disciplina al servicio de los niños de In Crescendo.
“En Caracas tuve la oportunidad de quedar en la Orquesta Filarmónica Nacional, posteriormente es cuando llego a Cúcuta y comienzo mi trabajo con In crescendo. He contado con la alegría de que dos bandas hayan ganado bajo mi dirección el primer lugar en diferentes concursos nacionales representando a Cúcuta y Norte de Santander.
Sonidos autóctonos a ritmo de campanas tubulares
In Crescendo conformó lo que hoy es el primer coro infantil de campanas tubulares de Colombia. ¿Qué ritmos tienen las campanas tubulares? La directora del semillero hace hincapié en el reto de trabajar el equipo que representa esta práctica.
“Consiste en que el grupo de niños toca cierto número de campanas que representan las notas musicales, se unen y hacen una hermosa melodía junto con la parte armónica, lo que la hace una agrupación innovadora, pero a su vez de un reto bastante grande ya que el trabajo en equipo y el compromiso de los padres de familia con la constancia de los niños es fundamental para los resultados del grupo”, señaló.
Por su parte, el director del coro de campanas, Carlos Meneses, indicó que el proceso inicia desde la estimulación musical a tempranas edades, luego cuando entran al coro, ya con edades entre los 8 y 10 años, empiezan a estar bajo su dirección.
“En un principio hacíamos música más académica y ahora estamos con toda la música latinoamericana y nuestro objetivo es resaltar la música colombiana que es gran parte del repertorio que venimos trabajando durante los últimos años. Nuestro interés es que los niños, dentro del proceso de musicalización, vayan asimilando los ritmos autóctonos colombianos”, dice el docente, señalando además que también buscan implementar piezas venezolanas y mexicanas en sus diferentes recitales.
Iniciación musical
“Yo toco en el piano Brisas de Pamplonita. Las canciones que más me gustan y que hemos montado en campana son muy bonitas”, dijo una de las estudiantes, integrante del coro de campanas tubulares.
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El docente García, añade que se busca reforzar el trabajo en equipo y la comprensión de dificultades que no recaen sobre uno solo, sino en todo el grupo. “Precisamente, todo el repertorio que tenemos acá lo escribimos nosotros mismos los docentes y designamos un reto particular para cada uno de los estudiantes”, indicó.
Para los padres de familia los resultados son sorprendentes, la ocupación del tiempo libre y la calidad del proceso de educación musical. “Es maravilloso gracias a esa parte artística, también de parte de Venezuela que tiene una gran influencia artística que tiene tantos años de sembrar semillas y que hoy las están dejando acá en nuestra región”, señaló Juan Carlos Mantilla, padre de uno de los estudiantes.
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