La explotación sexual y la trata son dos de los flagelos más crueles a los que son sometidas mujeres y niñas en contextos hostiles, como los del conflicto armado que se vive actualmente en la subregión del Catatumbo.
En una región con tantas necesidades, las mujeres son presa fácil para los grupos armados que las reclutan por temporadas, y las llevan a los campamentos donde son explotadas sexualmente.
Desde la Corporación Mujer Denuncia y Muévete han hecho un seguimiento a la realidad que viven las mujeres en medio del conflicto en el Catatumbo y ven con preocupación cómo este fenómeno ha ido creciendo.
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Las historias son desgarradoras. De acuerdo con los testimonios que ha conocido la corporación, Sardinata y Tibú son los municipios donde generalmente se citan a estas mujeres, a quienes, tras ser despojadas de sus pertenencias, les cubren los ojos y las llevan a los campamentos donde son sometidas a vejámenes y obligadas incluso a consumir sustancias psicoactivas.
Las mujeres son amenazadas por hombres de estos grupos, quienes les advierten que si se niegan a volver a asistir le harán daño a sus hijos. En consecuencia, terminan normalizando estos abusos y los justifican con frases como “que lo usen a uno va y viene, pero que maten a mi hijo o les hagan otra cosa, no”, cuenta una trabajadora social de la corporación feminista.
Los registros que maneja esta organización dan cuenta de que el mayor número de mujeres expuestas a esta situación son venezolanas, muchas que ni siquiera están regularizadas, pero también hay retornadas y colombianas.
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En medio del recrudecimiento del conflicto, muchas de estas mujeres salieron en medio de la ola de desplazamiento masivo, pero a varias las están volviendo a llamar.
“Ninguna quiere, por obvias razones, aunque varias lo han hecho justamente por temor a que atenten contra sus familias, otras porque no tienen más fuentes de ingreso, en fin”, explicó la trabajadora social de Mujer Denuncia y Muévete, quien refirió que actualmente todavía hay 52 víctimas de explotación que se mantienen en Cúcuta.
Delitos documentados
Estas situaciones están documentadas por las Defensoría del Pueblo y el Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas, entidad que recientemente, a través de su máximo representante en Colombia, llamó la atención.
Y es que de acuerdo con datos de la Defensoría del Pueblo, en lo que va de la crisis del Catatumbo, se han registrado al menos 56 casos de violencia sexual en contra de mujeres y niñas, de los cuales el 64% corresponde a sobrevivientes migrantes, mientras que la ONU ha verificado 7 casos emblemáticos de violencia sexual en contra esta población.
Asimismo, uno de los fenómenos más preocupantes identificados por ONU Derechos Humanos es la violencia, señalamiento y estigmatización de mujeres acusadas de ser “colaboradoras” de los grupos armados no estatales, lo cual las expone a agresiones físicas, psicológicas y sociales.
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Esta situación aumenta el riesgo de feminicidio por la estigmatización y señalamiento de las mujeres que han tenido relaciones con miembros de grupos armados, firmantes del Acuerdo de Paz o vinculadas (voluntaria o forzadamente) a economías ilegales.
Sensibilización en el Ejército
En este contexto, la Corporación Mujer Denuncia y Muévete ha desarrollado jornadas de capacitación sobre temas de trata y explotación sexual de niñas y mujeres en el Ejército.
“Lo primero que hacemos en estas campañas de sensibilización es aclarar que estas acciones corresponden a explotación sexual, no son un trabajo”, explicó la integrante de la corporación.
Asimismo, se les instruyó sobre los sitios donde algunas de estas mujeres prestan servicios, “les advertimos que si frecuentan estos lugares en los pueblos, están contribuyendo además con las redes de trata y explotación de personas”, indicó la vocera.
Destacó la buena receptividad en las jornadas que han realizado, en las que han capacitado a más de 300 funcionarios del Ejército.
“Ha sido muy importante, porque para que puedan abordar a ese tipo de población, ellos tienen que identificar y sensibilizarse sobre qué es lo que pasa detrás. Si no se tienen esos conocimientos, va a ser difícil por las ideas preconcebidas alrededor de este delito”, destacó la trabajadora social.
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