Una investigación de tres años, adelantada por la fundación Insight Crime, dedicada al estudio de la amenaza a la seguridad nacional en Latinoamérica y el Caribe, demostró el acelerado incremento de la producción de cocaína en Venezuela.
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En un informe detallado, que consta de cinco capítulos, Insight Crime reveló que, desde que el presidente Nicolás Maduro asumió el poder en el país vecino, el tráfico de cocaína ha mostrado un incremento y cambios que lo perfilan como el cuarto productor en el mundo de esta sustancia. “Maduro se ha posicionado como custodio del tráfico de drogas en el país, ejerciendo control sobre el acceso a los ingentes ingresos de la cocaína, no solo para los narcotraficantes, sino también para los políticos corruptos y la red de tráfico infiltrada en el Ejército, conocida como el Cartel de los Soles”.
Catatumbo y Zulia, entre la cocaína
El Catatumbo y el estado Zulia, en el noreste de Venezuela, han estado enlazados por el narcotráfico. El cultivo y la distribución de cocaína ha sido el común denominador en estos territorios fronterizos.
Sin embargo, dicha frontera entre los dos países delimitada por la Serranía del Perijá, una remota cordillera que ofrece excelentes condiciones climáticas para el cultivo de coca, así como la geografía ideal para ocultar los cultivos y los laboratorios, mientras los grupos armados los protegen, y así evitar que sean descubiertos por las autoridades.
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“Esta economía criminal binacional se ve facilitada por una frontera porosa que permite que tanto los bienes ilegales como las personas se muevan con libertad entre los dos países. Mientras que la cocaína colombiana fluye hacia Venezuela para su exportación, la mano de obra venezolana se mueve en la otra dirección para trabajar en los campos de coca de Colombia”, dice Insight Crime.
Por esto, también es constante el paso de venezolanos que trabajan en fincas cocaleras en el Catatumbo, llevándose además de dinero, los conocimientos para producir la cocaína.
El informe asegura que habitantes del municipio Jesús María Semprún, en el estado Zulia, de Venezuela, compraron fincas para cultivar coca en el Catatumbo y posteriormente, junto con la facilidad de conseguir los elementos necesarios para la producción, han llevado este negocio ilegal al suelo venezolano. Allí, también la guerrilla del Eln domina y custodia los cultivos de cocaína, generando extorsión y desplazamiento, la misma cadena criminal que se registra en Colombia.
El estado Apure, en frontera con Arauca, también ha tenido un notorio crecimiento de cultivos de cocaína, además de seguir siendo un refugio histórico de las guerrillas colombianas.
Mildred Camero, expresidenta de la Comisión Nacional contra el Uso Ilícito de las Drogas (Conacuid) de Venezuela, le aseguró a Insgith Crime que, ocasionalmente se han encontrado pequeñas plantaciones de coca en el estado, al menos desde comienzos de la década de 2000. Y ahora, al igual que en Zulia, hay señales de una aceleración de la producción de cocaína en la región.
La era de Nicolás Maduro
Luego de consultar hasta exfuncionarios del gobierno del presidente Nicolás Maduro, bajo el anonimato, el informe concluyó que en la era del actual presidente de Venezuela, el narcotráfico ha cobrado importancia como un componente de las estrategias de Maduro para aferrarse al poder ante los embates sufridos por su gobierno a causa de las constantes crisis sociales, políticas y económicas que enfrenta el país. “Su objetivo no ha sido captar para sí mismo las riquezas del tráfico transnacional de cocaína, sino controlar y canalizar su flujo, usándolas como un mecanismo para premiar a los poderes políticos, militares y criminales que Maduro necesita para mantener el control del gobierno”, asegura.
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La guerrilla del Eln y la disidencia de las Farc, así como la presencia de bandas criminales como el Tren de Aragua, el Tren del Llano, la Megabanda de San Juan de Unare y Los 300, han ganado acceso al tráfico transnacional de narcóticos, bien sea cobrando a los traficantes por su paso por las zonas bajo su control o tomándose territorios estratégicos y montando sus propias redes de exportación.
“Las organizaciones criminales han infiltrado todas las instituciones del Estado”, declaró una exfuncionaria del Ministerio Público, que habló con InSight Crime bajo condición de que se mantuviera su anonimato. “Todas tienen en su nómina a un buen número de funcionarios públicos para que les permitan mover sus alijos de drogas”.
El Cartel de los Soles
En 2020, el Departamento de Justicia de Estados Unidos acusó al presidente Nicolás Maduro, y a otros altos funcionarios de su gobierno, de liderar la organización narcotraficante conocida como el Cartel de los Soles. Dicho cartel es una red porosa y fluida de células traficantes arraigada en las fuerzas de seguridad venezolanas, y facilitada, protegida, y, en ocasiones, dirigida por actores políticos.
El Cartel de los Soles se creó para mantener contentos a los militares y a políticos que son necesarios para que el chavismo y sus sucesores se mantengan en el poder.
Diosdado Cabello es señalado como “el capo de capos”, el hombre de confianza de Nicolás Maduro y quien se encarga de controlar el negocio del narcotráfico para pagar a los militares y a las organizaciones ilegales que les ayudan con armas a cambio de cocaína.
Vladimir Padrino, ministro de Defensa de Venezuela es otro de los funcionarios que figuran al frente de dicho cartel.
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El control de la infraestructura de transporte estaría al mando del ministro de Industrias y Producción Nacional, Tareck el Aissami, y su aliado cercano, el actual ministro de Energía y exdirector de la Guardia de Venezuela, Néstor Reverol. Ambos son señalados de cobrar a los narcotraficantes por usar los puertos y las bases aéreas bajo su control para el envío de drogas al exterior.
Un uniformado de la Guardia Nacional Bolivariana de Venezuela le aseguró a esta fundación que “Hay que trabajar para estas personas (narcotraficantes) y quedarse callado, porque de lo contrario uno termina en la prisión militar de Ramo Verde”, dijo, refiriéndose al dominio que tienen los militares para la producción y el transporte de la droga.
El imperio de ‘Gordito González’
Hermágoras González Polanco, alias Gordito González, nacido en La Guajira colombiana, fortaleció el comercio de drogas en Venezuela, junto con un hombre conocido como ‘Gocho’ que tuvo nexos con dos sobrinos adoptivos del presidente Nicolás Maduro, que fueron declarados culpables de exportar 800 kilos de cocaína a Estados Unidos.
Gordito González ha logrado mantenerse a flote, en tanto que sus compañeros, rivales, y sucesores han sido encarcelados o han desaparecido.
Y en la nueva era del narcotráfico de Venezuela, definida por las crisis políticas, sociales y económicas del periodo de Maduro, Gordito González sigue siendo uno de los mayores operadores del país, “asegurándose de obtener ganancias para los actores estatales corruptos que regulan y facilitan el tráfico transnacional de cocaína en Venezuela”, insiste el informe.
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