“Es una tormenta dolorosa y engorrosa”. Así describieron algunos dolientes que, además de perder a sus seres queridos por cuenta de la frialdad de Los Rastrojos para asesinar y desmembrar a sus familiares, tuvieron que soportar la lenta espera de nueve meses para que los cadáveres fueran identificados.
La tragedia familiar se inició el pasado 5 de julio de 2020, cuando los primos Joimar David Lindarte Rodríguez, Juan Andrés y Jorge Sánchez Pacheco, junto con su amiga Yadira Herrera Aguilar, fueron masacrados por la banda criminal Los Rastrojos, en el sector Pacolandia, de Banco de Arena, zona rural de Cúcuta.
Desde ese momento, el dolor y la desesperación invadieron a los familiares de las víctimas, tejiéndose un ‘calvario’ que parecía interminable.
“Uno termina siendo revictimizado. Después de hallar los cuerpos desmembrados en costales, tuvimos que enfrentarnos al proceso de identificación de Medicina Legal y así transcurrieron cuatro meses en los que no tuvimos noticias de nada”, recordó uno de los dolientes de los primos asesinados.
El hombre aseguró que, en medio del dolor por la pérdida de sus seres queridos, los lazos en su núcleo familiar empezaron a fraccionarse entre señalamientos por las demoras en la entrega de los cuerpos.
No obstante, rechazó y lamentó la atención ineficiente y poco diligente de Medicina Legal para agilizar el proceso de identificación.
“En una de las llamadas a Bucaramanga, la persona encargada me contestó que al igual que el caso de mi familia, habían muchos más en esa dependencia, por lo que a ellos no les interesaba y que como estamos en pandemia, solo había un antropólogo y que debía esperar, que no siguiera llamando a preguntar”, señaló el doliente.
Las ‘palancas’
Paciencia y dolor son los sentimientos que mejor reflejan el drama de las familias de las víctimas de la violencia que, por la descomposición de los cadáveres o por la necesidad de tener elementos concretos para la identidad de estos cuerpos, tienen que aprender a soportarlos durante largos periodos de tiempo.
“Es un caso muy lamentable, porque uno va a la Defensoría del Pueblo o a la Unidad de Víctimas y no encuentra apoyo, toca ir es con el amigo político para que agilicen las cosas”, resaltó el familiar.
También manifestó que los entes territoriales deben ser diligentes y no empeorar el dolor de cada familia que pierde a su ser querido en condiciones difíciles para identificarlos.
Pero, así como la familia de estos primos asesinados, que además, siguen esperando el hallazgo de los cadáveres de Juan Andrés Pacheco y de Yadira Herrera, constantemente las familias de las víctimas de hechos violentos padecen esta misma situación.