Por estos días, el nombre de Alex Saab Morán es noticia no solo por su extradición a Estados Unidos avalada por un tribunal de Cabo Verde, sino también por las revelaciones sobre su vida y cómo llegó a convertirse en una ficha clave para los negocios del régimen venezolano publicadas en el libro Alex Saab, la verdad sobre el empresario que se hizo multimillonario a la sombra de Nicolás Maduro, del periodista de investigación cucuteño Gerardo Reyes Copello.
El autor de Don Julio Mario y ganador del premio Pulitzer habló con La Opinión sobre la forma en la que el empresario barranquillero se enriqueció con exportaciones cuestionadas a través de la Comisión Nacional de Administración de Divisas (Cadivi), sobre cómo llegó a convertirse en un hombre de confianza de Nicolás Maduro y, sobre todo, de sus relaciones con Cúcuta y con el cucuteño Carlos Rolando Lizcano Manrique, presidente de la empresa Salva Foods, propietaria de las cuestionadas tiendas Clap en Venezuela y clave en el entramado empresarial de Saab.
Reyes se refirió también a la incautación de un avión con armas en Miami, en agosto del 2020, y cuyo rastro lo llevó hasta Lizcano Manrique, quien sería el propietario de dicha aeronave. Otros detalles de esta entrevista dan cuenta de las dos facetas de uno de los hombres más importantes para Estados Unidos, con el que esperan acceder a los más profundos secretos del régimen de Nicolás Maduro: su etapa de hombre de negocios en Barranquilla en la que pasó como una figura casi anónima y luego su faceta como multimillonario desenfrenado que captó la atención del mundo por sus excentricidades.
¿Qué rol juega Cúcuta dentro de los negocios de Alex Saab?
Cúcuta juega un papel fundamental en la historia de Alex Saab y de Álvaro Pulido porque es una ruta obligada de dos de las grandes fuentes de su enriquecimiento en Venezuela. Primero, las exportaciones ficticias y luego los famosos Clap o paquetes de alimentos de emergencia que enviaban a Venezuela. Y lo digo porque en varias de mis consultas de documentos y de entrevistas, constantemente aparecía el nombre de Cúcuta y de un personaje llamado Carlos Rolando Lizcano Manrique, un empresario de muy bajo perfil en Cúcuta que tenía registrados un par de negocios, una farmacia, y que se vuelve fundamental para la organización de Saab, después de un episodio un poco esquemático del que no tengo muchos detalles.
Qué episodio fue…
Hubo un momento en el que Saab y Pulido tienen que salir corriendo de Caracas porque el Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin) les hace un allanamiento a sus oficinas. Ellos tenían allí montadas las oficinas de Fondo Global y de exportaciones e importaciones y tienen que salir.
Y... ¿Qué suscitó ese allanamiento?
Yo traté de averiguar con la fiscal Luisa Ortega qué fue lo que pasó. Saab y Pulido salen en estampida y se van por tierra, llegan a Cúcuta, pasan la frontera por San Antonio y después recuerdan ese episodio casi como una aventura de adolescentes. El guía o la persona que los protege en Cúcuta era justamente Lizcano Manrique. Lizcano ya era uno de los pasajeros de lo que yo llamo el expreso bolivariano, que era el avión que salía de Bogotá a Caracas los domingos en la noche con empleados de Fondo Global, Saab, Pulido y generalmente Lizcano, a quien una fuente me lo describe casi como el que llevaba el café. Pero la situación privilegiada de Cúcuta y del comercio internacional lícito e ilícito hace que este señor logre empezar a hacer los primeros negocios de importación de alimentos a Venezuela a través de su amistad con el gobernador del Táchira de ese momento, José Gregorio Vielma Mora. Al mismo tiempo, Lizcano era muy cercano a un gobernador de Norte de Santander de la época, y a su hija. No me dieron nombres pero solamente me la describieron como una joven muy bonita. Esa doble ventaja de Lizcano, de tener un pie en Venezuela y otro en Colombia en la frontera, le dio ese privilegio y logró hacer una primera importación, que era de azúcar y venía desde Brasil. Este señor entonces adquiere una gran importancia para el frente de los alimentos. Pero Cúcuta también aparece como un punto clave en las exportaciones ficticias y uno de los capítulos está dedicado a un señor de apellido Berdayan, un tipo que montó toda una oficina de cambio sin tener licencia, lo acusan de lavado de dinero pero al final le bajan los cargos porque colabora y cuando uno lee la acusación que hace un agente federal sobre cómo operaba la cuestión de las exportaciones ficticias, menciona varias veces empresas establecidas en Cúcuta.
¿Dónde está hoy Lizcano Manrique?
La última vez que escuché sobre él estaba en Caracas y de alguna manera su nombre salió a relucir aquí (en Estados Unidos) el año pasado cuando cayó un avión con armas que iba saliendo del aeropuerto de Miami. En la investigación que hice sobre quién era el dueño del avión, este aparecía a nombre de una muchacha que está en las bases de datos de Venezuela como una persona de un barrio muy pobre, lo que no tenía mucho sentido. Lo que encontré es que ella sería una cajera de los supermercados Clap y que el verdadero dueño del avión sería Lizcano Manrique. Además, hay una anécdota curiosa sobre él: una vez les dijo a sus empleados que le dijeran Thor. Un empleado relativamente culto le preguntó si era Thor por el dios escandinavo y Lizcano le respondió: “no, por torcido”.
En el libro usted narra cómo Piedad Córdoba intercedió ante Hugo Chávez para que le pagaran a Alex Saab una deuda de Cadivi. ¿Cómo termina Alex Saab enriqueciéndose con esos dineros?
Hay un momento en que Saab no resiste más las presiones de Barranquilla, le estaba yendo muy mal en los negocios porque invirtió mucho en las exportaciones y Chávez había cerrado el pago de Cadivi. Saab comprende inmediatamente dónde está su solución, y es en conquistar a Piedad Córdoba, que en ese momento era el único puente entre Venezuela y Colombia. Entonces la corteja, la atiende, le choferea, se vuelve casi su edecán en Barranquilla. Incluso, él se va a vivir a una de las suites que el gobierno de Venezuela le había dado a Piedad en el Hotel Meliá de Caracas. Pero detrás de ella también venían otros empresarios: Carlos Mattos, el Ñeñe Hernández, y Piedad se había encargado de cerrarles el chorro a grupos como Ardila Lule a Luis Carlos Sarmiento, y a todos los que consideraba enemigos de la revolución. Saab se dedica a ayudarle en las campañas a Piedad Córdoba, y ella empieza a hacer reuniones con funcionarios de Venezuela y a mandar un correo que está transcrito completamente en el libro, donde les dice: “Señores, ¿cuándo me van a pagar eso? ya Juan Manuel Santos les está pagando a los enemigos de la revolución y ustedes no se mueven, ¿tendré que hablar con el presidente?”. Finalmente, sale el pago de los 30 millones de dólares de Saab y más de 100 millones de los otros empresarios colombianos. Piedad Córdoba dice que nunca cobró ninguna comisión por eso, que lo hizo de corazón, pero hay algunos documentos que demuestran lo contrario.
¿Cómo llega Alex Saab a convertirse en ese chacal financiero que solucionada todas las dificultades del régimen?
Hay varias teorías. Una de las que más parece posible y que la maneja el hombre que persiguió a Saab y a todos los del círculo de Maduro dentro de la OFAC (Oficina de Control de Activos Extranjeros por sus siglas en inglés), es que quien descubre la audacia de Saab es la esposa de Maduro, que es una mujer muy inteligente y muy preparada. Me decían que incluso, cuando ella está en un salón con Maduro, él no habla, ella es la que habla y la que decide. Ella es realmente la que descubre que este tipo es muy audaz. Quien también juega un papel muy importante es la mano derecha o el secretario de Maduro, Williams Amaro. Es un tipo que llega a Saab porque a Saab le hacen un paseo millonario en Caracas. Piedad se preocupa y sugiere que a Saab le pongan a alguien que lo asesore y lo acompañe en sus salidas. Ahí se hace muy amigo de Amaro y a través de él se acerca a Maduro. Ahí deja de necesitar a Piedad, pues tiene al secretario y mano derecha de quien sería después presidente de Venezuela.
En el libro se describe a Saab como un personaje con una etapa muy anónima y con otra como multimillonario excéntrico…
Saab tiene dos etapas: una de juventud y adultez en Barranquilla, una vida intrascendente de un hombre que sus amigos describían como “ni fu ni fa”, al que no le gustaba la fiesta, vivía para sus hijos a quienes adoraba; uno de sus amigos dijo que si Saab pudiera amamantar a sus hijos lo hubiera hecho. Indagué con sus amigos que si le conocían alguna pasión deportiva, cultural, un hobbie, alguna lectura, pero nada. Era un tipo muy callado, casi de un carácter taciturno. Luego empezó a hacer plata con estas exportaciones desde Colombia, y con ese dinero empieza a construir su casa y le toca dejarla a medias. Ahí viene el otro Saab, el hombre que recibe un cañonazo de 30 millones de dólares, alquila una mansión en Paris en la que invita a todo el mundo, incluyendo a Piedad Córdoba, y comienza a ser un tipo exhibicionista, se desenfrena con las mujeres. Se separa de su mujer, la pilla a ella y ella lo pilla a él en infidelidades, y comienza toda esta vida de ‘jetsetero’ internacional. Él tenía muy presente esa
humillación de haber salido de Barranquilla perseguido por los deudores, y regresa en avión propio, con una modelo italiana jovencita que podría ser su hija, se instalan en el mejor edificio de Barranquilla, el de Shakira, y le pide al mismo diseñador de la casa que no pudo terminar de construir que le haga una escultura en bronce haciendo pistola orientada hacia Barranquilla, para que la vieran todos los que lo traicionaron.
En el libro se dice que realmente no existen pruebas en Estados Unido de que Saab sea el testaferro de Maduro, pero sí se habla de la manera en la que Saab defrauda el sistema cambiario venezolano. ¿Tiene Estados Unidos un caso sólido contra él?
Este caso tiene dos vertientes. Una que es la que está plasmada en la acusación en Estados Unidos en la que se dice que Saab manejaba dinero producto de la corrupción y utilizó el sistema bancario de Estados Unidos para tramitar operaciones con ese dinero contaminado. La segunda parte es algo que surge cuando la fiscal venezolana Luisa Ortega se escapa de Venezuela, se va a Brasil, hace una conferencia de prensa y bautiza a Saab y Pulido como los testaferros de Maduro. Cuando la entrevisto a ella encuentro que las pruebas realmente no eran convincentes. Le hice la pregunta al director antiterrorismo de la OFAC, que fue el que metió a toda esta gente venezolana en la lista Clinton y me dijo que no podía hablar de eso. Yo no conozco, hasta ahora, además de la relación de Williams Amaro, secretario de Maduro con Saab, ningún indicio de que este último estaba haciendo operaciones que beneficiaran directamente a Maduro o a su familia. Lo que sí parece claro es lo que describe el Gobierno de Estados Unidos en la acusación, porque es casi un manual de cómo manejaban las operaciones ficticias: cómo le tomaban fotos a un contenedor en un lado y después en el otro siendo el mismo y los presentaban como dos exportaciones diferentes. Ahí sí se saben ellos la cartilla del asalto a Cadivi, y eso queda muy claro.
Dentro de lo que se menciona sobre la relación de Saab con células de Hezbolá en Venezuela, ¿encontró en su investigación alguna relación o intermediación suya con estos grupos u otros que quisieran hacerse al control fronterizo para facilitar el paso de armas y droga?
Hasta allá no llegan los indicios. La única parte de la investigación judicial de Colombia en la que se menciona a Hezbolá es cuando el patrullero Pinto, el policía que estaba haciendo las interceptaciones de la familia y el círculo cercano de Saab en Barranquilla, se reúne con la abogada que ha mandado Abelardo de la Espriella para exprimirlo a él y Pinto le dice que una de las cosas que está investigando de Saab y de su familia, especialmente de su papá –que es un hombre abiertamente propalestino o antiamericano– es Hezbolá.
Él le dice que no encuentra nada de eso y le dice a la abogada que los investigadores de Estados Unidos quieren que se vincule a la familia con Hezbolá para poder buscar a Saab en cualquier lado del mundo, porque eso le daba una connotación de complicidad con un grupo considerado terrorista en Estados Unidos. Hasta ahí llegó el esfuerzo, pues no encontré más referencias a Hezbolá ni a los negocios que podría tener el papá de Saab. Él vivía muy amargado porque en Colombia le habían sacado un artículo en el que decía que estaba enviando ayudas a el Líbano y que en esas ayudas estaba camuflando armas. Incluso, cuando lo está escuchando, el patrullero que lo intercepta, escucha las quejas de su hijos sobre cómo lo metieron en ese asunto.
¿Cree que finalmente a Saab lo van a extraditar a Estados Unidos?
Sí y lo veo como algo inminente que se daría en una par de semanas. El recurso que queda no va a cuestionar nada de fondo, está todo el peso y la presión de Estados Unidos.