El presidente Gustavo Petro ha vuelto a recurrir a un símbolo cargado de historia y controversia: la espada de Simón Bolívar. Esta vez, el mandatario colombiano anunció que la mítica arma del Libertador será parte de las marchas de este primero de mayo, cuando presentará ante el Congreso el texto de una consulta popular, acompañado de una delegación ciudadana diversa.
“Voy a estar ese día en la Plaza de Bolívar, y tras hablar con el pueblo, llevaré el texto al Senado”, afirmó el presidente desde la Casa de Nariño el pasado 21 de abril.
En su discurso, agregó que volverá a sacar la espada, como lo hizo durante su posesión presidencial en 2022. Petro insiste en que, mientras no haya justicia social, la espada permanecerá desenvainada: “Debe guiar hoy la consulta popular, debe guiar más que al presidente, al pueblo de Colombia”.
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El mandatario aseguró que esta decisión no es solo política, sino histórica. “Es Bolívar quien convoca esta consulta, es el alma popular que fundó la Gran Colombia la que hoy está llamada a expresarse y a mandar”, dijo con tono solemne. La espada, según él, encarna la lucha inacabada por la libertad y la igualdad.
El eco de Chávez y el simbolismo de la espada
El uso político de la espada de Bolívar no es nuevo. El fallecido presidente venezolano Hugo Chávez la utilizó en numerosas ocasiones para reforzar su narrativa revolucionaria. Aunque nunca la incluyó en sus posesiones oficiales, sí la exhibió en actos públicos y marchas, e incluso ordenó su traslado al Palacio de Miraflores desde el Banco Central de Venezuela, alegando que estaba “secuestrada por la oligarquía”.
Chávez llegó a distribuir réplicas del arma a líderes aliados y sostenía que el metal de la espada solo cobraría sentido si se transformaba “en herramientas para el socialismo”. Su famosa frase “¡Alerta, alerta, que camina la espada de Bolívar por América Latina!” se convirtió en un lema de su cruzada ideológica.
Petro ha seguido esa misma línea simbólica. En su posesión en 2022, una de sus primeras órdenes como presidente fue que trajeran la espada al acto, luego de que el entonces mandatario saliente Iván Duque se negara a permitir su presencia en la ceremonia. La espera se prolongó hasta que, finalmente, fue traída por la Guardia Presidencial en una urna.
La espada, robada en 1974 por el M-19 —grupo al que perteneció Petro—, fue recuperada y hoy permanece exhibida en la Casa de Nariño. Más allá de su valor histórico, parece haberse transformado en un instrumento político recurrente para quienes, como Petro o Chávez, se identifican con una lucha bolivariana que, en sus palabras, aún no ha terminado.
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