Con la publicación de su novela ‘La sombra del Presidente’, León Valencia Agudelo le hace un nuevo aporte al conocimiento de la realidad de Colombia. Estudioso a profundidad de los problemas que pesan sobre la Nación, tiene una visión muy completa de la vida y las posibilidades del país.
En entrevista con La Opinión, el analista y politólogo habla de su ejercicio literario y de la coyuntura política colombiana.
¿Por qué pasó al género narrativo?
Esta frase de Alejandro Dumas siempre ha retumbado en mi cabeza: “Crear personajes que matan a los de los historiadores es privilegio de los novelistas. El motivo es que los historiadores evocan simples fantasmas, mientras que los novelistas crean personas de carne y hueso”. He escrito muchos libros académicos o de investigación periodística sobre la realidad nacional y tenía la ilusión de escribir una novela con el telón de fondo de este país apasionante y adolorido. Lo logré. Es fantástico.
¿Está satisfecho con ‘La sombra del Presidente’ como obra literaria?
Estoy feliz. En estos tres meses, desde cuando salió a las librerías la novela, me he dedicado a hablar de literatura. He regresado al origen. Mis primeros contactos con las letras fueron literarios, de ficción, después, mucho después, me encontré con la escritura política y social. Estaba, desde luego, muy nervioso con la crítica, con los escritores y con los propios lectores. Pensaba que podría pasar inadvertido o, lo peor, duramente criticado. No ha sido así. Escritores o críticos notables del país le han dado una bienvenida muy generosa y quizá sincera. Muchos lectores también me han hecho saber sus emociones. En este momento está en la tercera edición, lo cual es una victoria en un país donde es muy difícil vender libros.
Ahora bien, desde su óptica de investigador y de politólogo, ¿cómo ve la situación actual de Colombia?
Colombia está en un duro e incierto momento de transición. Las negociaciones de paz rompieron irremediablemente a las élites que habían gobernado al país durante 200 años, lo cual es una bendición. Una parte se la jugó a la negociación y otra parte sigue enarbolando las salidas de seguridad dura y salida militar a los conflictos como la alternativa. Santos, liderando las élites afines a la negociación, selló un acuerdo de paz con las Farc. La negociación y el acuerdo mismo redujeron todos los índices de violencia de una manera extraordinaria. Le pongo unos dos o tres ejemplos: en 2012, cuando se iniciaron las negociaciones, Colombia tenía 16.000 homicidios; en 2018 tenía 12.000. Esto es extraordinario. Hubo años de 3.000 secuestros y en 2018 teníamos 100 o un poco más. Hubo épocas de 600.000 desplazados y en 2018 teníamos 60.000, pero en estos dos años hay un ascenso preocupante de la violencia selectiva: se ha incrementado el asesinato de líderes sociales, de firmantes de la paz reincorporados y de jóvenes inocentes mediante masacres.
¿Y cómo cree que ha actuado el presidente Iván Duque?
Había un incendio y ese incendio se empezó a apagar, pero quedaron unos leños prendidos. Duque debía decidir si le echaba agua a esos leños o le echaba gasolina. Desafortunadamente decidió echarle gasolina. Debo decir, no sin dolor, que algunos leños están aumentando su fuego, aunque resulta muy difícil volver del todo hacia atrás. Hay mucha gente defendiendo la paz. Lo que ha hecho el uribismo y el gobierno de Duque ha sido demorar la transición hacia la reconciliación. Por otro lado, hay una grave disputa por el cambio en el escenario político. El Acuerdo de Paz le abrió la puerta al ascenso de la izquierda y de sectores políticos por fuera de las estructuras tradicionales. En 2018 la izquierda llegó a la segunda vuelta presidencial y en el 2019, en las ciudades más importantes, ganaron estos sectores nuevos. Es muy probable que en el 2022 gane la izquierda la Presidencia de la República, pero antes de que eso ocurra, la derecha pura y dura que gobierna hoy se aferrará al poder con uñas y dientes.
¿Le ve posibilidades a una nueva negociación de paz que pueda ponerle fin a todo el conflicto armado?
Le soy franco, no veo posibilidades de negociación en el gobierno de Iván Duque. Ni el Eln, ni el Gobierno tienen incentivos para negociar. A Duque no le aporta nada un proceso de paz, porque no es eso lo que ha ofrecido. Eso fue claro desde el principio. Santos le dejó una mesa de negociación instalada en La Habana con la posibilidad real de acordar de inmediato un cese bilateral de las hostilidades y la desechó poniendo condiciones que sabía eran inaceptables para la guerrilla. Por otro lado, a estas alturas de crisis del gobierno de Duque, con una baja impresionante en las encuestas, con una pandemia galopante, con una economía en las ruinas, en el Eln no hay interés en darle la mano al gobierno.
Ahora bien, lo extraño es que las dos partes se ven obligadas a hablar de negociación por la presión de la comunidad internacional y de la sociedad civil colombiana. Hablan del tema cada que les preguntan, pero es pura retórica, no hay nada, ni creo que lo haya, aunque desearía con el alma estar equivocado.
¿Cuál es su percepción sobre la movilización social?
A medida que vaya pasando la pandemia, la gente saldrá nuevamente a las calles: los indígenas por supuesto, los campesinos cocaleros si son acosados con las fumigaciones, la clase media que estuvo activa como nunca en las movilizaciones de 2019, los estudiantes y maestros que volverán con sus reivindicaciones. La crisis económica y social que vivirá el país tras la pandemia no tendrá antecedentes históricos y la gente se lanzará a la protesta, no me queda la menor duda.
¿Qué predicciones tiene respecto a las elecciones de 2022?
La izquierda tendrá que cometer muchos errores para perder la Presidencia en el 2022. Puede cometerlos, claro está, pero tiene el escenario abierto para ganar. El uribismo, que ha sido la fuerza protagonista de la política en los últimos veinte años, está en decadencia y no se ve nadie de la derecha que pueda tomar el lugar del expresidente Uribe. Quienes encabezan la favorabilidad en las encuestas son Sergio Fajardo, Gustavo Petro, Juan Manuel Galán y otras personas por fuera de las estructuras tradicionales.
¿Cómo ve el protagonismo político del expresidente Uribe?
Ahí está el problema de la derecha. Uribe está en graves problemas judiciales y ha salido del escenario parlamentario, aunque mantiene presencia importante en la opinión, pero las encuestas, de manera sorpresiva, lo sitúan ahora con una desfavorabilidad de más del 60 por ciento y con una favorabilidad promedio del treinta por ciento. Él mismo ha dicho que está concentrado en demostrar su honorabilidad ante los graves cuestionamientos. Lo más preocupante, claro está, es que el presidente Duque y el Centro Democrático deben dedicar grandes esfuerzos para defender a su líder, incurriendo incluso en desafueros y amenazas contra las Cortes del país.
Hay expectativas sobre Claudia López, ¿cómo aprecia su gestión en la Alcaldía de Bogotá?
Me sorprende la favorabilidad de Claudia López en las encuestas en medio de la grave crisis desatada por la COVID-19. Le ha tocado muy duro. Cambiar de agenda para atender la pandemia, enfrentarse al Gobierno Nacional, intentar responder a los electores que le piden que cumpla con sus expectativas de cambio, a las mujeres, a los jóvenes y a la clase media que votó por ella. Si se mantiene en el nivel de aceptación que tiene hasta ahora, será clave en las elecciones de 2022.
¿Cree que se ahondará la crisis de las relaciones con Venezuela?
El gobierno de Duque se metió en camisa de once varas al enarbolar la consigna de sacar a Nicolás Maduro del poder a como diera lugar. Alentó los intentos golpistas. Se comprometió en conspiraciones. Violó todos los preceptos internacionales. El argumento es que el régimen de Maduro es una dictadura, pero esa calificación nunca lo habilitó para saltar el derecho internacional y promover la intervención.
¿Qué podría pasar ahora con el cambio de gobierno en Estados Unidos?
Con Donald Trump en el poder en Estados Unidos esa política que promovía Duque tenía la virtud de congraciarse con ese país, pero ahora que ha llegado Biden esa virtud se viene al suelo. Lo grave es que es muy difícil echar para atrás en esta aventura. La tensión seguirá en lo que resta del gobierno actual, con graves consecuencias para la gente que vive en la frontera y para los migrantes.
¿Cuáles son sus nuevos proyectos?
Nuevas novelas, claro. Continuidad de las investigaciones sociales y políticas en la Fundación Paz y Reconciliación concentradas en la corrupción, la violencia y los problemas sociales y ambientales, también.
El análisis de la problemática que ha vivido el país es parte importante de las obras que acumula hasta el momento Valencia. Reconoce que el Acuerdo de Paz con las Farc fue un gran paso.