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Política
Colombia reclama un nuevo grito de independencia, esta vez, contra la polarización
El expresidente Ernesto Samper, un sociólogo y un docente e investigador analizan el escenario actual colombiano y por qué es necesario superar la descalificación.
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Lucy Araque
Lucy Araque
Domingo, 20 de Julio de 2025

En 2023, Colombia ocupó el segundo lugar entre los países más polarizados del mundo, después de Argentina, según un estudio de Edelman, una agencia global de comunicación que hace seguimiento a los cambios en la sociedad.


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La medición arrojó que entre las principales causas que contribuyeron a incrementar este fenómeno aparecen la desconfianza en las instituciones, un tejido social débil, las injusticias, la ansiedad económica, la desinformación, la división de clases y la falta de liderazgo.

Un dato revelador que muestra el estudio y que refleja la indiferencia y división  en que está sumida hoy la sociedad colombiana, es que a la pregunta de si  un ciudadano viviría cerca o trabajaría con alguien que no estuviera de acuerdo con su punto de vista, solo el 17% respondió que estaría dispuesto a vivir en el mismo sector que alguien así.

Otro 20% dijo que no estaría dispuesto a tener como compañero de trabajo a alguien con el que difiera y apenas el 33% se mostró abierto a ayudar a alguien contrario a sus ideas o posiciones, si lo necesitara.

Además, el 51% de las personas encuestadas afirmó que Colombia está hoy más dividido que antes.

Desde el plebiscito por la paz, mediante el cual se buscaba refrendar el acuerdo de La Habana suscrito con las extintas Farc, la nación quedó fraccionada entre quienes respaldaban y no la salida negociada con esta guerrilla, una diferencia que se terminó encasillando entre amigos y enemigos de la paz.


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Ese nivel de polarización política e ideológica se ha radicalizado aún más hoy, al punto que en las encuestas de opinión ya se incluye en el listado de asuntos que más les preocupan hoy a los colombianos.

Y es que, como lo comenta el profesor e investigador de la Universidad del Rosario, Enrique Serrano, aunque todas las sociedades están polarizadas y es un fenómeno que se comparte en casi todo el mundo, lo peligroso es que en Colombia esto se ha vuelto casi que en una obsesión, agudizado, además, por el uso de las redes sociales.

La polarización,  en sí, no es un mal, es el resultado normal y obvio de que todos tengamos unos valores y otros, otros, y eso choque en el juego político, pero la cuestión es que en Colombia esa rivalidad tradicional no había tenido un acento ideológico tan profundo que, incluso, divide a las familias, a  los amigos”, plantea.

Serrano agrega que el asunto adquiere graves consecuencias, en la medida que el discurso estigmatizador proviene ahora desde los mismos representantes del Estado y del propio presidente de la República. “Ese fenómeno sí es relativamente nuevo”, dice el analista.

En vista, precisamente, de que, como en los últimos años el discurso ha escalado a la permanente agresión, la confrontación y la descalificación entre quienes ostentan el poder, la Iglesia católica convocó recientemente a los representantes de las máximas instancias del Estado a un encuentro, con el fin de suscribir un compromiso para desarmar la palabra y rechazar la violencia.

Reconciliación en Colombia

La histórica cita se produjo apenas unos días después del atentado del que fue víctima el senador y precandidato presidencial por el Centro Democrático, Miguel Uribe, que aunque sigue en investigación, para muchos lo que demuestra es el riesgo que representan para la democracia la exacerbación política  y los altos niveles de polarización en que está sumido el país.

Nuevo grito de independencia

Ante el escenario actual, en el que cada día parece más difícil diferir y pensar distinto por el miedo a ser etiquetado en un espectro ideológico, son cada vez más los que coinciden en que Colombia merece y reclama dar un nuevo grito de independencia para liberarse, esta vez, de la polarización, la división y la estigmatización.


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Ernesto Samper, expresidente de Colombia (1994-1998), considera que la única manera de preservar la democracia y la paz, es a través del reconocimiento que uno pueda hacer respecto al otro.

La polarización es la negación de la paz. Necesitamos construir entre esos extremos, alternativas democráticas de centro, en la cual los colombianos puedan ubicarse sin temor a ser señalados o estigmatizados, o inclusive perseguidos de manera violenta”, afirma.

A la pregunta de si en Colombia es posible superar el fenómeno de división que existe hoy y alcanzar una verdadera reconciliación, el exmandatario responde que no solo es posible, sino indispensable.

No podemos seguir en esta cadena de enfrentamientos y odios, porque producen una forma de violencia moral, de la cual es muy sencillo pasar a la violencia física o armada. En la medida que nos reconozcamos como una nación que comparte, inclusive, sus diferencias, y que convierta  la suma de esas diferencias en la riqueza de un país pluralista, multicultural, vamos a derrotar la violencia como expresión de ideas únicas, de racismo, de sexismo y de todas las formas de discriminación que nos han hecho tanto daño en el pasado”, añade.

Por poner solo un ejemplo, Samper asegura que en este momento Colombia gasta más del 5% del Producto Interno Bruto en la guerra.


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“Esa sola cifra nos podría llevar a pensar lo importante que es el desarme y la no violencia. La paz es rentable, produce utilidades, genera igualdad, reconciliación, de tal manera que, mi mensaje es que dejemos a un lado la polarización”, expresa.

Reconciliación en Colombia

La invitación de Ernesto Samper está dirigida a las redes sociales, los medios de comunicación y a la sociedad en general, a que no se sigan convirtiendo los miedos, temores y las emociones negativas, en un factor de “reagrupación en extremos”.

Independizarse de la descalificación

El profesor Enrique Serrano, de la Universidad del Rosario, considera que de lo que debería independizarse hoy Colombia, de manera urgente, es de la descalificación pública.

“Hay que independizarse de la idea de que por pensar distinto una persona es nazi, asesina o cómplice de asesinos. Estos son radicalismos inútiles que algunas personas celebran, pero sus enemigos deploran. Eso solo produce una división social permanente, innecesaria, conflictiva y de confrontación perpetua que no se resuelve, sino por las vías de hecho”, advierte.

Serrano propone que una forma de enfrentar este fenómeno es cambiar el diseño institucional de la comunicación pública, en la medida que hoy en día se  está volviendo muy agresiva y descalificadora.


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“El mal está en la descalificación pública y los modelos de comunicación que favorecen esa descalificación”, insiste.

Por su parte, Carlos Andrés Charry,  sociólogo y profesor de la  Escuela de Ciencias Humanas de la Universidad del Rosario, explica que la propia historia de Colombia ha enseñado que el lenguaje  agresivo y de confrontación, pero sobre todo las formas de hacer la política, es lo que ha conducido a la violencia.

“Si fuéramos consecuentes con nuestra historia, tendríamos que dar ese paso para no repetirla”, sostiene.

Charry asegura que en Colombia sí ha habido iniciativas importantes que demuestran que es posible superar las diferencias, como la Constitución de 1991 y el Acuerdo de Paz de La Habana.

Reconciliación en Colombia

“Son dos hitos que marcaron el fin de un conflicto y una iniciativa por darle peso a las instituciones y no a las personas. Una democracia se piensa es a largo plazo y no inmediatamente. En la inmediatez estamos las personas, pero en el largo plazo están las instituciones”, expresa.

Y afirma que aunque el ejercicio de la política implica que haya polarización, el asunto de fondo es la manera como se construye esa polarización.


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El hecho de que pensemos distinto no nos hace enemigos ni nos puede llevar a pensar siquiera en la eliminación del otro, y es ahí lo que nuestra historia nos ha enseñado”, concluye.

Ad portas de un nuevo proceso electoral, en el que está en juego la reconfiguración del mapa político, los competidores están ante el desafío de darle la vuelta a la página de la polarización, ofrecer propuestas y no miedo, y los colombianos ante  la urgencia de no caer en la tentación de quienes los pretenden dividir.


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