La propuesta de demoler las instalaciones del emblemático colegio Alfonso López Pumarejo para construir un hospital desató una polémica en el municipio de Río de Oro, sur del departamento del Cesar, llevando a padres de familia y exalumnos a paralizar el tráfico vehicular entre Ocaña y Aguachica.
La idea de tumbar las instalaciones de más de 60 años, con el propósito de levantar un moderno centro asistencial, ha generado una profunda división entre la comunidad educativa y los dirigentes de la región, quienes ya tienen asegurados los recursos por parte del Gobierno nacional.
El alcalde de esa población Arnoldo Osorio aseguró que no se demolerá el colegio Alfonso López hasta garantizar los recursos para la nueva sede y recalcó que el proyecto busca el progreso de la región, mejorando las condiciones en materia de salud.
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A la par de esto, se desarrollan mesas de concertación para lograr la conciliación y evitar que los dineros, superiores a los 35.000 millones de pesos, sean trasladados hacia otros departamentos.
Proteger a la población infantil
Algunos padres de familia sienten preocupación por el futuro de sus hijos, ya que la iniciativa no ha sido socializada en todos los sectores de la sociedad.
El mandatario local reiteró que la ejecución de una obra de gran envergadura no debe dividir al pueblo. Enfatizó que su administración actúa pensando en el bienestar de la comunidad.
“Nosotros queremos que el pueblo decida, pero no podemos permitir la desinformación ni el uso de los niños en protestas que ponen en riesgo su integridad”, señaló.
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Recordó que el colegio tiene más de sesenta años de uso y los problemas estructurales lo hacen vulnerable. Además, su ubicación sobre la vía nacional implica un peligro constante por el tránsito de tractomulas.
La mirada de los egresados
Egresados consideran que el cambio puede representar una oportunidad de modernización en la red pública hospitalaria para mejorar los niveles de atención a la población.
“Las reformas generalmente son positivas. Un colegio mejor construido, con nuevas tecnologías, y un hospital más adecuado a las necesidades actuales del municipio serían beneficiosos para todos”, expresó un exalumno.
Al contrario, algunos padres de familia y estudiantes no ocultan la preocupación frente a la posible reubicación y expresan su malestar participando en las jornadas donde manifiestan el inconformismo por las decisiones intempestivas y la falta de planificación.
“No estamos de acuerdo en que el alcalde vaya a demoler el colegio sin encontrar una solución a la vista. Quieren acomodar a los estudiantes en la sección de la básica primaria, donde no hay salones aptos ni capacidad para albergar al número de niños y jóvenes. Si de verdad quiere tumbar el colegio, que construya primero el nuevo. Hay otros lotes donde pueden construir el hospital”, agregaron algunos acudientes.
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La Alcaldía sostiene que el traslado es una oportunidad para dotar al municipio de un hospital moderno y un colegio seguro. El desenlace dependerá de los consensos que logren alcanzarse sin fracturar la unidad del pueblo.
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