Una vida interrumpida por el mal de Chagas
María Angélica llevaba una vida tranquila en el municipio de Convención, donde ejercía como auxiliar de enfermería. Sin embargo, en 2022 comenzaron los síntomas: fatiga, vómitos, dificultad para respirar y una angustiante sensación de ahogo. Su familia relata que inicialmente los médicos atribuyeron estos síntomas a ansiedad o secuelas del COVID-19, lo que retrasó su diagnóstico.
Luego de múltiples consultas, en Bucaramanga le fue detectada cardiomegalia severa, provocada por la enfermedad de Chagas, una afección parasitaria transmitida por el insecto conocido popularmente como ‘pito’. Esta dolencia, aún común en zonas rurales de América Latina, había afectado de manera crítica su corazón.
Lea además: Histórica condena en Ocaña por maltrato animal
Durante dos años fue tratada con un cardiodesfibrilador y medicamentos, pero en mayo de este año, los tratamientos dejaron de surtir efecto. Las opciones se redujeron a dos: ingresar a una lista de espera para trasplante de corazón o recurrir a un dispositivo de asistencia ventricular. La escasa disponibilidad de donantes hizo que se optara por la segunda alternativa.